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Juan Bernardo le da sazón a la vida
Juan Bernardo Velázquez tiene 56 años y asegura que nunca ha dejado de trabajar. Ni siquiera cuando perdió su pierna derecha. Ni cuando perdió después la izquierda. Actualmente, montado sobre su silla de ruedas, vende golosinas, cigarros y demás chucherías a las afueras de la clínica 66 del Seguro Social. Los sábados hace tamales para vender.
Pero alguna vez, cuenta Juan Bernardo, fue chef de distintos restaurantes de Torreón. “Yo inauguré varios restaurantes como Italianis, Dennys, Tony Roma’s”, asegura el hombre con fluidez al hablar.
Recuerda que desde los 7 años se iba a trabajar a Pollo Santos, un histórico restaurante de pollos en Torreón.
“Llegaba y empezaba a ayudar y lavar trastes y así me fui acomodando y adquirí conocimiento”, comenta.
Nunca estudió cocina pero aprendió de todo tipo de cocinas. A los 17 años le diagnosticaron diabetes. Recuerda que empezó a adelgazar mucho y fue con un médico quien le dio la noticia. Desde entonces utilizó insulina. Pero asegura que siempre ha tenido la voluntad de vivir. “Si hoy me derrotó la enfermedad, mañana voy a vivir como el último de mis días”, dice.
Duró muchos años como cocinero hasta que decidió retirarse y montar su propio negocio de comida corrida. A sus dos hijos les puso dos negocios de banquetes.
El 8 de diciembre de hace cinco años le amputaron la pierna izquierda. Llegó al hospital con una gangrena gaseosa.
“Hay que amputar rápido porque corre en cuestión de horas y lo puede matar”, le dijeron. Había llegado al hospital en su camioneta.
“Me metieron en una habitación, sacaron a pacientes y sellaron. Ya olía a cadáver. Traía una infección fuerte, rajaron mi pierna de la rodilla para abajo”, comenta Juan Bernardo.
La pierna derecha la perdió el 24 de enero de hace un año. Usaba prótesis y un día llegó a las dos de la mañana porque había ido a hacer un banquete. Cuando se quitó el calcetín, la prenda estaba como pegada al pie. Tenía todos sus dedos rotos. Perdió la sensibilidad, no sentía los dedos.
Le sacaron una radiografía pero Juan Bernardo ya sabía que iba a perder la pierna. “Es un sentimiento de ah caray, por qué me tiene que pasar”.
El cocinero ya se había acostumbrado a andar en una pierna y ahora tendría que aprender a estar sin ninguna. Pero Juan Bernardo filosofa sobre la pérdida de las piernas: “Si en la reja de manzanas hay dos que no sirven, saca las que no sirven y recupera el resto. Así debe ser la vida”.
Todos los días lavaba con jabón quirúrgico su herida. Pasaron 10 días hasta que selló su pierna.
EN PLENA TERAPIA
Juan Bernardo inició con terapias de recuperación. Terapia psicológica para ver si era candidato a prótesis. Actualmente tiene dos pero dice que todavía le cuesta levantarse. “Me tienen haciendo ejercicio de acondicionamiento”, dice.
Asegura que nunca ha tomado, no fuma y no tiene vicios. No depende de nadie y en ocasiones se viene hasta el hospital en silla de ruedas cuando no tiene para el taxi.
Más allá de la pérdida de las piernas, lo más difícil, cuenta Juan Bernardo, es la pérdida de la familia.
Dice que su esposa e hijos se fueron alejando mientras él requería más apoyo por su discapacidad, su espacio. Pero recalca que nunca se ha deprimido. “Ya amaneció, mañana si amanezco, lo voy a vivir como el mejor de mi vida, esté mi familia o no. Vivo con mi papá y mi hermana. Esté con quien esté”, dice.
De la vendimia afuera del hospital, gana a lo mucho unos 140 pesos al día. Pero le va mejor haciendo tamales los sábados que vende a amigos y conocidos. Yo bato la masa, la embarro, la lleno”, platica.
LA VIDA TIENE
SABORES EXQUISITOS
Con el dinero que gana tiene que pagar su terapia, sus viajes a la terapia. Pero él asegura que podría tener de nuevo su puesto de comida. “Con que contrate a una o dos personas. Falta que me ponga a juntar un dinerito”, dice.
Extraña el olor, el aroma de la cocina. Desde prepararla hasta terminarla. “Es algo exquisito”, dice. Según Juan Bernardo, con los ojos una persona sabe si va a estar buena o no la comida, cualquiera, desde una carne con chile y frijoles. Luego con el aroma y al final el paladar”, dice mientras hace una mueca como si saboreara un platillo.
Asegura que nunca se arrepintió de dejar los restaurantes, porque aunque tuviera él un negocio pequeño y chico, aunque sea con comal y se pusiera a freír, era su crecimiento.
En cinco años, Juan Bernardo se ve de pie. Con las prótesis.
-¿Cómo se compara la cocina con la vida? –le pregunto.
-La vida tiene sabores más exquisitos que degustar, que la mejor cocina de mundo –responde el hombre sin dos piernas y en silla de ruedas.
GANGRENA GASEOSA
Es aquella en la que la piel se va cayendo a pedazos, lo cual provoca un olor desagradable al olfato humano; este tipo de gangrena es causada por la bacteria Clostridium perfringens, que generalmente entra cuando hay una ruptura del tejido.