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La diferencia entre ser, no ser y nomás hacerse
Para mantener el delicado equilibrio ecológico, la Madre Naturaleza ha separado a sus criaturas en dos grupos básicos: los que son y los que nomás se hacen.
Semejante a la relación que existe en el mundo salvaje entre presas y depredadores, la interacción entre los que son y los que nomás se hacen entraña una considerable desventaja para los primeros.
Los que son no lo fingen ni lo disimulan. Van por la vida siendo, lo que los vuelve enormemente propensos a convertirse en víctimas de quienes nomás se hacen.
Y los que nomás se hacen, fingen. Lo hacen para despistar, para sacar ventaja, para que los demás bajen la guardia creyendo que son sus iguales.
A mí no me gusta que me digan que soy (¡a quién!). Pero tampoco que insinúen que me estoy haciendo.
¡Vamos! Como que no es bonito que se presuma que uno necesita que le renueven todo el cableado sináptico con fibra óptica, pero tampoco que se diga que nos gusta hacerle al himenóptero difunto (mosca muerta).
Abrumado por el inclemente acoso de que fue objeto en redes sociales por parte de un “impertinente” ciudadano, el pobrecito Diputado local por el Distrito 11, Ricardo Saldívar, perdió los estribos y, azuzado por las incesantes interpelaciones, lanzó a su malintencionado inquisidor el último reto de la autocrítica y la introspección: ¿Eres o te haces?
La cosa está (o estuvo) más o menos así:
El señor Saldívar, diputado por el inefable Revolucionario Institucional, es diestro en el manejo de redes sociales y como buen súbdito del régimen las utiliza para ensalzar el anodino trabajo del Ejecutivo, para destacar cualquier trivialidad y para congratularse a sí mismo por la nada.
Pero como lo publicado en redes es, a diferencia de los medios tradicionales, susceptible a la interacción pública, el diputado recibió un extrañamiento, más bien reproche, de parte del ciudadano Rubén Gándara, en el sentido de que se necesita menos autocomplacencia y más discusión sobre los temas incómodos… como la Megadeuda.
Por supuesto, a nuestro legislador tal atrevimiento le pareció un agravio, se sintió agredido (está demostrado que las curules o posiciones en el Congreso debilitan considerablemente la densidad y resistencia dérmica, por consiguiente nuestros representantes tienen la piel muy sensible, muy delicada en verdad, como la de un bebé).
Allí fue que el diputadete le planteó a su increpador el retórico dilema: “No sé si eres o te haces”.
Personalmente no creo en verdad que el ciudadano Rubén Gándara sea. Yo pienso que más bien se hace (o se hizo por un rato), pues habría que ser muy ingenuo para esperar de un legislador del PRI una cabal explicación sobre el peor robo perpetrado en nuestro Estado, siendo que dicho desfalco (megadesfalco) tiene toda la impronta del tricolor.
Yo creo que el afán del señor Gándara no era recibir una respuesta, sino simplemente evidenciar, incomodar, confrontar al Diputado con el estigma y la vergüenza que él y todos los de su partido arrastrarán hasta el final de los tiempos.
Pero el diputado Saldívar se eximió a sí mismo y a todos los de la presente Legislatura bajo el argumento de que la Megadeuda pertenece a una administración pasada (sí, al infame Sexenio de la Gente) y que fue además ratificada, avalada, legalizada y beatificada por otros legisladores que le precedieron (como diciendo: “ese flato ya no es mío”).
Y claro, es justo lo que necesitamos: legisladores cruzados de brazos, diputados levanta-dedos, rasca-huevos, resignados, cómplices, cínicos y entusiastas colaboradores de este régimen inmoral; legisladores que den por sentada la legalidad y transparencia de la ruina del Estado, como si no faltara todo por investigar al respecto.
Pero nos hagamos, que estamos hablando de un legislador del PRI. Seríamos unos verdaderos zopencos si esperásemos de ellos algo más que una respuesta cínica.
Representante y representado siguieron un rato en Facebook haciéndose de palabras en un tenor cada vez más agrio, olvidándose por completo el chupóptero con fuero que a los ciudadanos nos debe resultados, explicaciones y hasta su súper-salario que con nada desquita.
Es gracioso: en sus fotos el Diputado se presume cercano a la gente, rodeado de personas de todas las edades, pero a la primera interacción con un ciudadano real, se pone como basilisco.
Esta épica discusión ya fue removida por el Diputado, porque ese es su estilo: fingir que todo está bien, que estamos todos contentos, que nada ha pasado, igual que con la bendita Megadeuda.
Diputado, sea por una vez sincero… ¿Usted es o nomás se hace?
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