La importancia del cuidado de la agenda pública

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La importancia del cuidado de la agenda pública

El discurso de Andrés Manuel López Obrador ha sido beneficiado por los electores porque en los últimos 12 años, más de 234 mil personas han sido asesinadas; porque más de 30 mil personas han desaparecido, porque han matado a más de 100 periodistas, porque han sido desplazadas de sus hogares más de 1.6 millones de personas, porque la corrupción y la impunidad han ido a la alza, porque  la pobreza se ha generalizado y la inseguridad esta por todas partes, porque ha prometido solidarizarse con los jóvenes y los adultos mayores, porque busca bajar los sueldos fantásticos que ganan los “servidores públicos”, porque va a quitar las pensiones vitalicias a los presidentes, porque quiere erradicar las malas prácticas. 

Éstas y otras cosas son los costos que han pagado los partidos que nos han gobernado, por haberle complicado la vida a una buena parte de la sociedad. La ciudadanía después de 72 años de hegemonía de un solo partido, cansados de gobiernos que nos endeudaron; que no resolvía problemas torales, que fingían demencia con la realidad, que fueron represores e insensibles, que nos ahogaron con las inflaciones, que nos complicaron con declaraciones de guerra interna, buscaron la salida en el cambio. 

No nos queda de otra o hacemos sinergia o seguimos en caída libre. Hoy se da una oportunidad no para el candidato ganador y su futuro gobierno, sino para todos los mexicanos. Recobrar credibilidad para la clase gobernante, reconfigurar el espectro político, buscar una mejor organización para combatir los males que nos han aquejado, rodearse de expertos para sacar adelante la complicada realidad que vivimos, pero sobre todo aprovechar las nuevas condiciones para reconstruir nuestro lastimado país debe de ser la urgencia. Los pescadores que ganaron a río revuelto deben de una vez por todas resignarse, si es que las cosas son como el candidato ganador dicen que son.

Para la ciudadanía el reto será mantenerse en el escenario político como debió de haber sido siempre.  Ante este nuevo escenario, el cuidado de la agenda pública por parte de los ciudadanos es un elemento necesario que se convierte en un instrumento de control por parte de la ciudadanía en relación con sus gobernantes. Es una especie de marcaje personal o de supervisión permanente sobre como realiza por una parte y por la otra que es lo que realizan los gobiernos.

No es el programa o la agenda del gobernante la que debe de implementarse en una sociedad. Son las necesidades reales que tiene y que identifican quienes viven en dicha sociedad. Una cosa es lo que quien gobierna identifica que se debe de hacer, pero la identifica desde su escritorio, desde su zona de confort y desde un promontorio alejado totalmente de la realidad. Es la sociedad quien debe de decidir los temas más importantes que se deben de someter a deliberación pública apoyados por el Congreso. 

Hemos mencionado líneas arriba algunas promesas que ha hecho Andrés Manuel, bien; el cuidado de la agenda pública consiste en que Usted y yo vigilemos lo que hace y propongamos algunas necesidades que él y quienes le acompañaran no alcanzan a visualizar. ¿Qué es lo que realmente se necesita en el Estado y en sus comunidades? A eso se le llama “la agenda pública”. Para dejarlo claro, la agenda pública son los temas de los que el ciudadano de a pie hablan a diario. ¿Qué es lo que le duele, le mortifica o le hace falta a la sociedad en general? ¿Qué es relevante para la sociedad y no para el gobierno?

¿Quién determina la agenda pública? Son los diferentes sectores, los obreros, la gente del campo, quienes vivimos en la ciudad, los estudiantes, quienes vemos y sentimos las necesidades de la gente, las madres de familia que ven que no les alcanza el gasto, los empresarios, el vendedor de la calle, los maestros, los profesionistas en general, en fin los diferentes actores sociales que conforman la sociedad en la que vivimos liderados por los medios de comunicación social que son una gran caja de resonancia y que tienen también como objeto la construcción de lo público. El gobierno es un gestor, es un instrumento, pero quien determina la agenda pública, es justamente el público.

La agenda pública, no es un tema partidista porque si lo fuera volveríamos a la subjetividad y miopía de las necesidades reales de la sociedad. La agenda tiene que ver con ciudadanos racionales, conscientes e interesados en la comunidad en la que viven. No es un tema que se enmarca solo en tiempos electorales, pues la democracia no se agota en tiempo de elecciones. Es un escenario donde se debaten las ideas, es un tema que tiene que ver con la negociación, con la libertad de expresión, con la toma de decisiones pero particularmente con la participación de todos. 

La historia nos ha enseñado que a los gobiernos les han quedado grandes los problemas que ha enfrentado la sociedad en tal o cual momento. La agenda pública se convierte en un escenario político, de ejercicio de derechos y de debate ciudadano. Propuestas, acompañamiento, vigilancia, opinión pública activa, imparcialidad, debate político constante, información veraz de los medios, interés de los académicos por la cosa pública de forma activa, participación permanente de la ciudadanía son sinónimos de influir y controlar la agenda pública.

Vivimos otra etapa en la búsqueda de la consolidación de la democracia donde requerimos de nuevas formas para configurarla. Vigilar, supervisar, controlar y moderar la forma como se gobierna es una nueva responsabilidad que debemos fomentar y llevar a la práctica. No hay de otra, para que el concepto democracia deje de ser un tema etimológico requerimos de participar en la agenda pública.