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La Ley del revólver
En la tercera semana de abril en este generoso espacio de VANGUARDIA, publiqué una columna titulada “Feminicidios y política”. En ese texto, advertía de un flagelo, un mal terrible en el cual pocos ponían sus ojos: el asesinato de políticos en tiempo electoral. La enfermedad fue creciendo con el paso de los días y hoy, ha tocado a Coahuila. El dolor es brutal. También el miedo. Voy a transcribir partes medulares de aquel texto que hoy, se ha cumplido cabal a la letra.
Desgraciadamente. Para dolor de todos y desgracia no sólo de Coahuila, sino de México, un país ya asolado por la violencia extrema y la sevicia de la cual hay que escribir una y otra vez, hasta que encontremos sus resortes más negros y ocultos.
Atentos lectores que hacen favor de leerme como hoy usted en las diversas plataformas a las cuales tengo acceso y donde editan mis textos (medios de Saltillo, Zacatecas, Monterrey), me mandaron mensajes y comentarios al respecto. Es decir, recordaron de mi advertencia con el texto arriba deletreado y el encender en ese momento los focos rojos ante sangriento tema que ya se avizoraba en el arratonado espacio político local. Como siempre, nadie hace caso. Nadie hizo caso.
Es lo mismo en los años que tengo hablando de los suicidios, el embarazo de adolescentes, el ocaso del matrimonio, la comodidad del divorcio exprés, la obesidad, la infidelidad femenina… en fin.
Los fragmentos de la columna de abril son: “Todo está puesto con hilos. Nuestra democracia y ‘seguridad’, si la temperatura sube a poco más de 33 grados, como una barra de chocolate, puede derretirse en poco tiempo. La solidez de dicho chocolate macizo es la misma de nuestras instituciones de justicia, tribunales, institutos de transparencia, electorales o cualesquiera que usted nombre de este País. Deje a las instituciones al sol unos minutos y como el chocolate, se van a derretir. No se diga la procuración de la seguridad y justicia. En México, todo son discursos y ocurrencias. Hartas ocurrencias. Quitar el IVA en la frontera norte de México, dinamizar la economía mexicana (lo que eso signifique), endurecer las penas a los políticos corruptos (ajá) y un largo etcétera”.
“Lo verdaderamente cierto y rudo de todo esto, es lo que está a pasando a ojos de todo mundo y nadie dice nada. Menos claro, los candidatos en campaña. Lo siguiente es lo que preocupa e importa. Lo siguiente eriza la piel y el esqueleto de tanta violencia y sevicia. Lea por favor. Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha denunciado que “Va un promedio de un asesinato de un candidato cada cuatro o cinco días (en esta elección), es un margen de violencia absolutamente inaceptable en un proceso electoral”. Desde el 8 de septiembre de 2017, cuando inició oficialmente la fecha del proceso electoral y hasta el 8 de abril como corte preliminar, ha habido 173 agresiones directas a políticos y al menos… 78 asesinatos (Datos de la Consultora Etellekt)…”.
Esquina-bajan
Esas fueron mis palabras para alertar de esa sevicia en contra de candidatos y militantes de partidos políticos. En junio y apenas días antes de que terminen estas ingratas campañas, la ley del revólver llegó de cuajo a Coahuila (nunca se ha ido, nunca se fue del todo) y en un solo día, viernes 8 de junio, se robó de nuevo la inocencia de todos los coahuilenses que pensaban que esto ya era cosa del pasado o de otros Estados. No más. En Piedras Negras fue asesinado de un tiro el candidato a diputado federal del PRI y exalcalde de aquella ciudad, Fernando Purón. El asesinato fue a ojos vistos. Justo cuando éste salía de las instalaciones de la UAdeC, donde se había celebrado un debate entre candidatos. Su esposa, momentos antes, había subido a un vehículo. Le dispararon en la nuca. El tirador llegó, apuntó y se fue. El dolor es infinito, dejó a su esposa y a su pequeña hija, María Constanza.
Ese mismo día en Torreón, donde la vida no vale nada, abrieron fuego en contra de Carlos Centeno, director de la Facultad de Derecho de la UAdeC en Torreón, mataron a su escolta. El exdelegado de la Fiscalía está hospitalizado al momento de redactar estas líneas. Casi al cierre de las campañas electorales, van 384 agresiones contra políticos y militantes en este proceso electoral. Van 114 asesinados. Justo en esas fechas, cuando bramaba el plomo y la sevicia, al comentar con el escritor Armando Oviedo de ello, el analista desde la Ciudad de México, pero el cual conoce Coahuila al dedillo, me espetó: “¿Dónde quedó el instinto de indignarse? Los cínicos matones ya ni se embozan. Saben que domina el instinto de ignorar…”.
Palabras sabias de don Armando Oviedo. Fue a ojos vistos. Es decir, tienen impunidad, como siempre se lo he advertido aquí. En México, caen abatidos gente de todo tipo, esto es un panteón: caen periodistas, candidatos, militantes, policías, defensores del medio ambiente, militares… México tiene un problema, un serio problema. De tantos muertos, se olvidan pronto sus nombres. Aquí, se olvida rápidamente a los muertos…
Letras minúsculas
Señor lector, a mantenernos vivos.