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La Liga está en riesgo y el mismo béisbol
“Quien no conoce la historia, está condenado a repetirla”. La Liga Mexicana de Beisbol vivió tiempos difíciles en el año de 1980, cuando la tiranía y arbitrariedad de su dirigentes, encabezados por Alejo Peralta, desencadenó en la furia de los protagonistas del Rey de los Deportes, quienes decidieron formar la Asociación Nacional de Beisbolistas (Anabe) y convocar a una huelga.
Hoy, mucho se habla de los dueños de los equipos y cómo “pelean” por los derechos de los peloteros —especialmente los mexico-americanos—, pero no se dan cuenta que la división a la que se encaminan, afectaría atodos, especialmente a los jugadores.
La falta de derechos laborales para los peloteros, además de que los dueños de los equipos los manejaban a su antojo y los directivos de la Liga siempre tenían la última palabra, comenzó a generar problemas en el terreno de juego en la primavera de 1980, algo que jugadores, ampayers y personal de estadios no soportaron más, y decidieron “romper las cadenas” para revelarse ante las arbitrariedades de algunos propietarios.
En aquel capítulo de la LMB en el 80 —tras el emblemático encuentro entre Tigres y Diablos del 1 de julio en el que los peloteros de ambos equipos decidieron regresar a las bancas en la tercera entrada para ya no acabar el encuentro— la temporada terminó por ser extraordinaria al quedar sólo seis de los 20 equipos que conformaban el circuito.
La campaña 56 de la LMB no es reconocida por las Ligas Menores, donde los Saraperos de Saltillo, de Gregorio Luque, terminaron por ser los “campeones” con 28 triunfos y 11 derrotas para un .718 de porcentaje —en esa ocasión no hubo playoffs debido a que fue una temporada extraordinaria—, el segundo lugar fue Ciudad Juárez, quendando a cinco juegos de los de la capital coahuilense.
Ahora, la Campaña 92 de la LMB corre peligro, pues los dueños de los equipos se han dividido en dos grupos por diferencias de opinión; existe, por un lado, la “vieja guardia” integrada por Sultanes, Diablos Rojos, Tigres, Oaxaca, Campeche, Durango, Saltillo y Tabasco; organizaciones que buscan implementar un límite de peloteros de doble nacionalidad, mantener seis extranjeros y sumar a, por lo menos, dos novatos a los rosters de los equipos. Mientras que “la nueva ola”, conformada por Tijuana, Puebla, Monclova, Aguascalientes, Yucatán, Torreón y Veracruz, buscan mantener la apertura de “pochos” —como en la campaña anterior— para nutrir a sus representativos.
Pero eso podría ser sólo la punta del iceberg, pues hay temas más complicados, como los recursos de los equipos —unos son más solventes que otros y por lo tanto tienen mayor posibilidad de competir—, pues existen algunos que dependen mucho de los “apoyos” que les otorgan los gobiernos estatales para mantenerse en sus plazas —hay quienes ni así lo logran—. También falta mucha promoción a nivel nacional del mejor circuito de beisbol en México; hay pocos patrocinadores fuertes que se atreven a apostarle a la Liga y, especialmente, la nula estrategia para llegar a las nuevas generaciones, pues los aficionados de “hueso colorado”, esos mismos que tratan de transmitir a su familia el amor por el Rey de los Deportes, no son eternos.