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A la memoria de Julio Carrera
Se protege lo que se conoce y ama. La Sierra de Zapalinamé cumple el 15 de octubre 20 años de ser una zona sujeta a conservación. Esto ha sido posible gracias al esfuerzo ciudadano que hunde sus huellas en el tiempo, todavía 15 años más atrás de esa veintena. Es el esfuerzo de investigadores y conservacionistas de diversas instancias educativas, gubernamentales, asociaciones civiles y de personas que en lo individual se sumaron a esta iniciativa.
Sin embargo vemos cómo se sigue cavando, segmentando, trazando y extrayendo material dentro y/o cerca de la zona que debe estar protegida. Hay tensiones: por un lado esfuerzos de reforestación, numerosos programas de cuidado, trabajo con comunidades ejidales y urbanas sostenidas por PROFAUNA AC, instancia responsable del cuidado de esta zona. A veinte años de celebración, esta asociación civil ha dado a luz, como efecto de rebote, a diversos grupos o iniciativas, que se han formado tomando como ejemplo su trabajo. Al conocer su trabajo, hay quienes despertamos y miramos a la sierra ya no como un paisaje lejano; subimos a conocerla y algo hacemos con esa información y con ese conocimiento.
Y por otro lado, también hay corporativos y ciudadanos que descargan deshechos en su geografía o en las riberas, hay iniciativas que obstruyen el cauce de sus arroyos o que deforestan para construir unidades habitacionales. Hay extracciones de tierra que luego de comercia en sitios donde se venden plantas ornamentales y tierra fértil; esto es delicado, ya que la ausencia de tierra va descubriendo y dejando expuestas raíces de especies que luego, con fuertes vientos, caen, al dejarse desprovisto del contrapeso que otorga el suelo en su medida original.
El trabajo en la conservación del medio ambiente no es un trabajo, como despectivamente se dice, de “hippies” que no tienen qué hacer. Es un trabajo que respaldado globalmente por científicos, economistas, ingenieros, comunicadores, artistas y gente de diferentes disciplinas y saberes tradicionales que valora los beneficios de la sierra como ecosistema.
Recientemente la extracción de agua supera el ingreso de agua a la sierra. Se sigue creciendo industrialmente sin considerar este factor, igualmente los ciudadanos tiramos agua en nuestras casas, pensando que tenemos derecho a usar sin medida, todo lo que podamos pagar.
Esto nos coloca ante un horizonte de riesgo en escasos años futuros.
Disfrutar de la Sierra de Zapalinamé es un derecho del que podemos disfrutar todavía. Ningún centro comercial con toda su gama de productos coloridos en venta, ofrece la sensación de bienestar que otorga la naturaleza que da identidad a nuestra ciudad en forma gratuita, con la diferencia de que acudir a la sierra sí ofrece un bienestar real, no solo una vaga sensación: hay beneficios de salud emocional y física.
Estar a favor de la conservación de esta zona sujeta a conservación, no es estar en contra del progreso y desarrollo; contrariamente es estar a favor de la permanencia de la ciudad y de la operatividad de ella como sistema. La ciudad existe porque nació arropada en sus faldas.
Conservarla es conservar el clima, el agua y los beneficios que nos otorga el que en sus territorios, también tengan vida las comunidades animales y vegetales que con sus dinámicas, permiten que esta sierra siga viva. Y con su vida, nos de vida. En el ejido de Chapultepec, en Arteaga –parte del la sierra-, el 15 de octubre se realizará la expoferia para conmemorar los 20 años del decreto que protege a la sierra.
Habrá exposición, charlas, música y poesía, lotería y visita guiada en la zona. Es un evento público y gratuito, quien desee ir y además probar gorditas de maíz y comprar quesos artesanales, este evento empieza a las 12 y termina a las 6 de la tarde.