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‘La omisión del bien’
Hacer el bien a los demás consiste en nutrirles o ayudarles a ser mejores y a vivir con mayor plenitud y felicidad en todos los aspectos de su vida. La realidad actual es que pocas veces nos enfocamos en los demás por estar puramente centrados en nosotros mismos. Y es que culturalmente se nos incita a buscar el bien y el placer de uno mismo sin importar los demás, y esto es algo en lo que debemos estar conscientes como comunidad: No se puede ser feliz solamente buscando la felicidad propia, sino también contribuyendo a la felicidad de los demás.
Hablo por mi pero también por lo que observo. Estamos inmersos en una cultura individualista, enfocados en tantos compromisos personales que no tenemos tiempo de estar disponibles para escuchar, acompañar al triste, abrirle la puerta a un anciano, ceder el paso en el banco, para regalar la comida que traes al migrante que se acerca o interesarte por la gente que trabaja contigo en la oficina o en tu casa. No estamos para nadie, porque estamos para nosotros y nuestros intereses, nada más.
Pero, ¿Cuánto bien dejamos de hacer o dejamos pasar por alto? ¿Cuántas veces al día justifico mi conciencia de porqué no hice, me “sordié” de tal favor, me dio flojera contestar para estar disponible para alguien o simplemente no hice nada bueno. Recordemos que no sólo estamos mal cuando hacemos cosas malas, sino también cuando dejamos de buscar, de ver y de actuar a favor del bien.
Nos damos latigazos y sentimos culpables con el mal que hicimos, pero dejamos de ver el bien que pudimos hacer pero que no hicimos.
¿De qué forma pecamos de omisión del bien?
- Una sonrisa negada, un perdón que se ha omitido, un favor no realizado.
- Cuando no aportamos nada.
- Cuando somos mediocres.
- Cuando cumplimos por cumplir y hasta ahí.
- Cuando dejamos de hacer cosas que están en nuestro alcance.
- Cuando aunque no estemos haciendo nada malo, perdemos la posibilidad de hacer algo realmente bueno.
Ratifico que la clave para no dejar de hacer el bien, es hacer las cosas con amor y en el momento. Dar ese “poquito más”, venciendo tus comodidades, no dejando para mañana las cosas, sino realizarlas en este momento presente. Gretchen Rubin en “El proyecto de la felicidad” habla sobre la “Regla de 1 minuto”, lo que puedas hacer en un minuto hazlo, esto te ayudará en tu capacidad de dar y de ser más productivo.
Plutarco tenía razón al decir que “La omisión del bien, no es menos reprensible que la comisión del mal.” Así que en vez de enfocarte en solamente dejar de hacer el mal, enfócate en hacer el bien. ¿Cómo no pecar de omisión?
- No dejes para otra ocasión las cosas ni permitas que la desidia te domine.
- Busca realizar una obra buena, no nada mas cuando se te presente. Y si esta se te presenta, no dudes en realizarla o dejarla para después.
- Comienza por ayudar a los más cercanos de ti. Pregunta por sus necesidades y ofrécete en algo.
- Enfócate en servir y hacer el bien y no en buscar que te lo hagan a ti. Busca poner tu mirada en ayudar a corregir en positivo, acompañar a alguien que está solo, aprender cosas buenas, consolar al triste, dar de comer a los que no tienen, defender a los débiles, enseñar al que no sabe… Existe un sin fin de maneras de hacer el bien.
Es muy cierta la frase “El que quiere llegar, busca caminos… El que no quiere llegar busca excusas.” Podemos encontrar miles de excusas de porqué no hacer o porqué no hicimos ese bien (Porque no tengo tiempo, ni dinero o, no puedo en este momento), pero al final la conciencia es el juez más duro y a la larga nos quita la paz. Un acto de amor y de bondad realizado de corazón da mucha alegría y paz al alma, por más pequeña e insignificante que parezca. Recuerda que al final de nuestra vida, seremos recordados por ese bien que hicimos, eso que hizo sentir bien a otros, y ese bien por más pequeño que parezca, que trascendió. La gente puede olvidarlo, nosotros podremos olvidarlo, pero Dios lo deja grabado en el libro de nuestra vida.