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La pandemia sigue lejos de haber sido ‘domada’
“Vamos bien. Porque se ha podido domar la epidemia. En vez que se disparara, como ha sucedido desgraciadamente en otras partes, aquí el crecimiento ha sido horizontal”.
La frase anterior fue pronunciada por el presidente Andrés López Obrador, el 26 de abril pasado en un video que difundió a través de sus redes sociales. Han pasado casi siete meses desde entonces y a la estadística trágica de nuestro país se han sumado más de 97 mil víctimas fatales.
La mirada en retrospectiva ayuda no solamente a dimensionar el tamaño de la irresponsabilidad que implicó entonces haber “cantado victoria”, sino a tener claro a qué tipo de fuentes de información debemos suscribirnos cuando de cuidar nuestra salud -y eventualmente conservar la vida- se trata.
Desde que el Presidente dijo haber “domado” la pandemia, el número de muertes se ha multiplicado ¡por setenta! y es el momento en el cual la curva de contagios diarios, así como el de fallecimientos, no se ve plana y, salvo un pequeño valle durante el mes de septiembre, no hace sino apuntar hacia arriba.
Insistir en lo anterior no tiene el propósito de “perjudicar” a ningún gobernante, ni de incitar a la toma de posiciones políticas por parte de la población. El propósito es insistir en el hecho de que la propagación del Coronavirus SARS-CoV-2 no se ha detenido, sino al contrario: la segunda oleada de contagios está cobrando velocidad.
También tiene el propósito de insistir en un hecho puntual: los avances en el desarrollo de una vacuna eficaz -que son, por fortuna, altamente prometedores- no deben ser interpretados por nadie como un llamado a relajar las acciones preventivas. La existencia de una vacuna, disponible para quienes vivimos en México, se encuentra lejos de ser una realidad.
Debemos ser optimistas sobre el futuro, desde luego, pero debemos observar un optimismo cauto y responsable con nuestra propia salud, pues mientras no seamos inoculados con una vacuna que haya demostrado ser eficaz y segura el riesgo de contagio y desarrollo de síntomas severos seguirá siendo muy real.
Las estadísticas, frías y desapasionadas, nos advierten todos los días en este sentido. En Coahuila, como publicamos en esta edición, no podrían ser más claras: el mes de noviembre se encamina a ser el más letal desde que la pandemia llegó a nuestro territorio y la muestra más clara de ello es que ayer se registró la cifra récord de 35 muertos en un día.
Todos queremos regresar a la normalidad que conocimos hasta febrero pasado y dejar atrás este episodio trágico de la historia global. Pero no se trata simplemente de formular el deseo y expresar con energía la intención de que se convierta en realidad. La naturaleza no funciona a partir de nuestra voluntad, sino a partir de sus propias reglas.
Por ello, aunque los políticos de cualquier signo se empeñen en tratar de convencernos de que la pandemia es historia, todos haremos bien en voltear a ver los números y, a partir de ellos, tomar las decisiones que nos permitan, individualmente, sortear el riesgo y sobrevivir hasta el momento en el cual seamos vacunados contra este terrible mal.