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La pandemia y la democracia confusa
El fondo y la forma no sólo son inseparables, sino que son inexplicables uno sin la otra o una sin el otro. El árbol no existe sin la tierra, el tronco sin sus raíces invisibles, el hijo sin una madre, el significado de una palabra sin su idioma.
En el orden público sucede lo mismo: las leyes se interpretan en una Constitución, las políticas públicas o las costumbres nacen de un contexto social, la dinámica tan variable de la situación económica, espiritual, personal de cada quien limita y motiva el ejercicio de la libertad.
El debate político actual acerca del modelo político, económico o social; conservador, liberal o neoliberal; de izquierda, de centro o de derecha que tiene múltiples definiciones confusas, ambiguas, anacrónicas o postmodernas es un rompecabezas que cada quien arma y desarma de acuerdo a sus intereses, comprensiones y pasiones, cuyas miles de piezas están diseminadas en la mesa mediática del debate. Son las formas que nacen de un contexto llamado democracia definido teóricamente (“el gobierno del pueblo para el pueblo”) el cual a su vez está por definirse: ¿qué se entiende exactamente por “pueblo”? ¿Los ciudadanos, sin incluir a niños y jóvenes con sus necesidades educativas integrales?
¿Qué se entiende por “gobernar”? Cualquier diccionario dará una definición breve y clara. Pero el “pueblo” tan plural en sus creencias y concepciones, ¿tendrá una noción democrática del proceso de gobierno? Un proceso tan multifactorial que se origina en tres poderes oficiales y miles de poderes fácticos que defienden un interés particular frente al interés nacional.
¿Qué se entiende “para el pueblo”? La respuesta teórica también es sencilla: “el bien común”. De nuevo la atención del bien común incluye dos palabras por definir: “bien” y “común”. Y además un personaje o una multitud de grupos, comunidades, partidos políticos, instituciones suficientemente honestas y expertas para determinar en cada caso, cada región y en todo el País cual o cuales bienes comunes hay que conseguir o desarrollar.
Todo este rompecabezas de fondo y forma de debates políticos en el contexto de nuestra democracia, desde hace siglos las mayorías de nuestro pueblo lo han delegado a colonizadores, caciques, tlatoanis, intelectuales sin poder, generales, caudillos, dictadores con blandura, revolucionarios demócratas y beligerantes; hasta que ese pueblo tomó conciencia de su poder de votar, de su dignidad de ciudadano, y sujeto de derechos civiles y humanos.
Hoy apareció otro contexto democrático, un fondo que está revolucionando la enfermedad (física, mental y política) y la existencia. Una pandemia que dicta sus leyes letales y obliga a cada ciudadano y a cada gobernante a construir una democracia tan efectiva que elimine las palabras demagógicas y estériles, y genere salud y trabajo. Es el fondo invisible que ha sido inseparable de una política enferma de democracia, pero que está revelando la necesidad de una democracia saludable para todos.