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La renuncia de la súper Secretaria
La renuncia de una Secretaria al Gobierno de Coahuila, la de Infraestructura, a consecuencia de una investigación periodística no es poca cosa. Aún cuando parezca que el asunto quedó sepultado tras los sorpresivos resultados de la elección estadounidense.
Debe destacarse, antes que todo, el trabajo periodístico realizado sobre Coahuila. De lo que ha sucedido y está sucediendo en la entidad nos hemos enterado a empujones y primeras planas: la autoridad no informa, su papel ha quedado reducido (a voluntad) al evadir y reconocer.
Lo mismo lo de Allende como con lo de las empresas “fantasma” y sus facturas millonarias. Y, entre ambos extremos, una lista interminable que ha provocado aclaraciones y precisiones que el observador externo advierte, cada vez, menos convincentes.
Ha sido la labor periodística la que colma un vacío de información.
Por método y recursos tal vez, destáquese que ha sido la prensa domiciliada fuera de la entidad la que en muchas de las ocasiones ha abierto la brecha. No siempre, recuérdese que el caso Ficrea, entre otros, han rondado estas páginas antes de que la autoridad diga esta boca es mía. De cualquier manera, de caber la autocrítica, sí debemos pensar alguna manera para redoblar esfuerzos y afinar la vista.
Por destacarse, también el hecho en sí: la salida de la Secretaria.
Una interpretación benévola debe dar el caso por cerrado. Reconocer la reacción como la posibilidad de que el asunto se investigue hasta las últimas consecuencias pues nadie hay que pueda interponerse. Pero, dado el contexto ¿cabe este tipo de interpretación?
La otrora súper Secretaria no era cualquier pieza en el tablero del Gobierno Estatal. No era el eslabón más débil de la cadena ni la representante de alguno de los grupos que hacen presencia en el Gobierno reclamando su cuota. Era (o es) integrante cercana del grupo. La encarnación del grupo en el poder.
Quienes ahora han dicho que desde hace unos seis meses se sabía de alguna distancia entre quien todavía despacha como Gobernador y quien ahora ya no es su Secretaria, no pueden sino reconocer que frente a la historia que los ha unido desde peldaños más modestos en el Ayuntamiento de Saltillo poco queda por agregar.
El comunicado del Ejecutivo, a respuesta de la salida de la Secretaria, reconoció y agradeció, “no sólo de carácter institucional, sino de forma muy personal” los más de 20 años de trabajo y compromiso (VANGUARDIA, 8 noviembre 2016). Sobre la cercanía, nada más que agregar.
Para no remontar demasiado la historia, veamos sólo este sexenio. La ahora exsecretaria de Infraestructura ha sido pieza clave y nunca (hasta ahora) ha caído en desgracia. Más aún, su posición siempre ha sido la fuerte y en duelo de titanes siempre (hasta ahora) resultaba victoriosa.
En esta historia lo único que falta (y tal vez siempre faltará) es la parte de la rendición de cuentas, la consecuencia.
Quien se fue ha dicho que en su momento todo se sabrá y su nombre quedará limpio. Aquí, como siempre, la inocencia se presupone. Sin embargo, hay que señalar que la tibieza y la tardanza de la autoridad juegan en contra de su credibilidad.
La reacción del Estado no ha sido contundente. Punto.
Podría apostarse doble contra sencillo que la estrategia es dejar pasar el tiempo para ver cómo resultan las elecciones, aprovechar que ya no está “atada” a la
estructura para operar a nivel de calle la parte electoral. ¿O será candidata? Al tiempo.
@victorspena