La vida es la ruta más larga

Usted está aquí

La vida es la ruta más larga

La vida es la ruta más larga
entre la cuna y la tumba.
Pero hay atajos.

Morir a los 60 años
es tan calamitoso
como morir a los treinta.
 Ni el suicida se consuela
de todo lo que ha vivido.

Decías: “La vida no me ha dado nada,
espero que no me regatee la muerte”.

Lo interesante de la muerte, como se ha dicho,
es que no sabemos en qué momento ocurrirá.
Será una ceremonia fugaz, improvisada:
mi recepción en las fastuosas cortes del cosmos.

Lo esencial que ha conseguido la medicina
es paliar el dolor
 –puesto que la enfermedad, cualquier enfermedad
y la muerte, cualquier circunstancia mortal,
son inevitables, e incurables.

Entre la complejidad de la ciencia
y la burda ignorancia
–sus fronteras son finas y ubicuas-
no hay más que un paso
y todos lo hemos dado,
ya sea en un sentido o en otro.

En general, toda relación
directa y no mediada
con el prójimo, es degradante
(salvo en el caso de las abejas y las hormigas,
donde el individuo es
su propio prójimo, su reflejo).