La visita del Papa

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La visita del Papa

La visita del Papa Francisco, sin duda, además de ser de carácter religioso,  es una manifestación político-social, con un gran despliegue mediático, que impactará en diferentes aspectos de la vida nacional. 

El Papa no sólo es el máximo jerarca de la Iglesia Católica, también es el Jefe del Estado Vaticano. México es un País laico, donde la mayoría de la población es católica, no necesariamente practicantes. Nuestro País recibirá un Papa que está sacudiendo la institución católica. Sus posicionamientos sobre la problemática del medio ambiente, le han valido que los representantes de la derecha norteamericana lo califiquen como “un peligro para el mundo”. A la par  se ha ganado la animadversión de la Curia Vaticana. Paralelamente a ello las grandes comunidades católicas le han abierto las puertas, e incluso las no católicas, esto le permite  una gran cercanía con la grey católica y los desposeídos en general.

El Papa Francisco —hombre austero y humilde, que viajaba en metro siendo arzobispo de Buenos Aires— es un gran personaje, un líder moral para millones, que participa en las grandes ligas de la política mundial y de ello da prueba, por ejemplo, su cabildeo en el histórico descongelamiento de la relación entre Washington y Cuba. En consecuencia, su primera visita a México traerá impactos múltiples y muy diversos que van más allá de lo meramente religioso.
Jorge Mario Bergoglio, el arzobispo de Buenos Aires, el argentino nacido en el barrio de Flores, en 1936, es el primer jesuita y cardenal latinoamericano electo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Bergoglio, en tiempo, presentó su renuncia, a los 75 años, en el 2011, como ordena el uso canónico, y a la vez solicitó a las hermanas del asilo del Buen y Perpetuo Socorro, que le apartaran una habitación sencilla. La elección de Bergoglio —13 de marzo de 2013— resultó sorpresiva al menos por las siguientes razones: la orden de la que proviene (la Compañía de Jesús), su procedencia geográfica (no sólo no europeo —el último en esa categoría fue el sirio Gregorio III, cuyo papado se extendió una década, del 731 a 741— sino latinoamericano) y su perfil austero, lejano y receloso de la Curia Vaticana y de un abierto compromiso pastoral.

Desde los primeros meses de su pontificado sentó las bases de un programa de avanzada, sus propuestas fueron básicamente tres: reformar la Curia volviéndola más ágil y eficiente, hacer una limpieza en la banca vaticana y promover la “colegialidad”, instaurando consultas frecuentes entre el Pontífice, el Colegio Cardenalicio y las conferencias episcopales, de modo de favorecer la participación del episcopado mundial en las decisiones estratégicas del Papa.

Ya no podía haber continuidad como quedó al descubierto, por la crisis que desde hace tiempo atraviesa la Iglesia Católica —escándalos financieros que alcanzaron al Banco Vaticano, agresiones sexuales con protección sistémica e impunidad institucional, distanciamiento hacia la grey, conservadurismo exacerbado— y la renuncia de Ratzinger. Las circunstancias imponían, entonces, un programa necesario, urgente, de reestructuración de la Iglesia, sin embargo no prevalece un claro consenso, por el contrario, el Papa Francisco encuentra múltiples resistencias dentro y fuera de El Vaticano.

La Iglesia Católica no se hizo en un día y difícilmente se transformará en unos cuantos años, por lo que el Papa seguirá enfrentando un sinnúmero de obstáculos. Además de sus llamados a conducirse con austeridad y humildad, ha dado algunos pasos concretos; por ejemplo, la des-europeización del Colegio Cardenalicio y por otro lado destituyó y “colocó” en estado laico a un arzobispo (el polaco Józef Wesolowski) por haber atacado sexualmente a menores de edad  marginadas en República Dominicana, y se le inició un proceso penal.

¿Dónde quedó la laicidad del Estado mexicano, de rigurosa obligación para sus funcionarios? En tiempos de crisis, de anuncios de recortes presupuestales y conociendo la austeridad con la que se conduce el Papa, ¿no resulta una verdadera inmoralidad, una ofensa, dilapidar recursos públicos para engalanar la ruta por donde habrá de pasar el Papa Francisco? Ni la situación de Jefe de Estado ni de jerarca eclesiástico justifica los excesos que se han anunciado para recibirlo, menos la suspensión del principio constitucional de la laicidad del Estado mexicano.

jshv0851@gmail.com