Usted está aquí
Las reglas del juego
En la forma operativa, como todos lo sabemos, la democracia se da a partir de un proceso de selección entre varios candidatos –que ha sido lo que hemos vivido en México a partir de la Reforma de 1978–, de los cuales quien consigue la más alta votación se alza con la victoria.
Así, en una elección controvertida, Carlos Salinas en 1988 obtuvo el 50.36 por ciento de la votación con una participación del 60 por ciento de la población. Ernesto Zedillo, contrario a lo que se esperaba, consiguió el 48.76 por ciento de la votación con una participación del 77 por ciento de los inscritos en el padrón electoral.
En el año 2000, salió a votar el 63.97 por ciento de la población y triunfó Vicente Fox con un 42.5 por ciento de la votación. En 2006, con un padrón electoral de 71 millones de votantes sólo fue a las urnas el 58.55 por ciento de la población y, “haiga sido, como haiga sido”, el IFE declaró ganador con una diferencia de 0.56 porcentual a Felipe Calderón con el 35.89 por ciento de la votación. Por el 2012, con una lista nominal de 79 millones de ciudadanos que reportó el IFE, resultó ganador de las elecciones Enrique Peña Nieto con un porcentaje de votación en las urnas del 38.21 por ciento de un 63.08 por ciento que salieron a votar.
La última de las elecciones presidenciales, como usted recordará, la vivimos el 2 de julio de 2018 con un padrón electoral cercano a los 89 millones, 123 mil 355 ciudadanas y ciudadanos, reportados por el INE, de los cuales salieron a votar el 63.8 por ciento. Se alzó con la victoria Andrés Manuel López Obrador consiguiendo el 53.17 por ciento del 100 por ciento de los votantes. Su más cercano perseguidor fue Ricardo Anaya con un 22.27 de votos y en seguida José Antonio Meade con un 16.43 por ciento.
Atendiendo a las reglas más básicas de la democracia, en cada elección –como aquí se describió– hubo un árbitro, unos competidores, unos electores y una competencia donde todos conocían las reglas del juego y sabían que el triunfador gobernaría por 6 años con una agenda, un proyecto y una ideología propia. Es propio de los buenos competidores reconocer el triunfo de sus adversarios y prepararse mejor para la siguiente competencia. Como lo vimos a lo largo de las elecciones a partir de Carlos Salinas al momento, fuera del triunfo de Vicente Fox, nadie ha quedado conforme.
Que muchos estuvieran incómodos por la banalidad y la ignorancia que mostró quien gobernó entre 2000 y 2006, y que le impidieron entender lo que su triunfo significaba para la democracia, eso es otra cosa. Pero lo que hoy se observa en relación con el gobierno que resultó ampliamente triunfador en las elecciones de 2018, con un poco más del 30 por ciento de votos a diferencia de su más cercano perseguidor, no tiene parangón. Contingentes que aparecen y desaparecen, a ver si es “chicle y pega”, con protestas de inconformidad con claros tintes políticos que en el fondo obedecen a intereses constantes y sonantes personales o de grupo, porque se han sentido agraviados porque la “gallina de los huevos de oro” se terminó, siguen sin entender lo que es la democracia.
Ni modo que no supiéramos que en la democracia gana quien más votos obtiene. Ni modo que no supiéramos que la lógica de una competencia está en que hay un ganador. Para quienes no han acabado de aceptar las reglas de la democracia y muestran inconformidad con el gobierno actual –no por razones democráticas, sí por razones de pesos y centavos– deben de entender que las estrategias de resistencia no tienen como base el encono, la violencia y la polarización social.
Tienen dos años para trabajar, un día sí y otro también, convenciendo al electorado de una forma propositiva, primero buscando la unidad entre todos ellos, midiendo su fuerza, creando lazos, apelando a la solidaridad, anteponiendo los intereses de todos. Hablo de dos años porque llevamos 9 meses con el gobierno de la 4T y en dos años se convocará una consulta pública para medir popularidad o para hacer realidad en la operación la revocación de mandato.
Mientras tanto es importante que respetemos las reglas del juego y que recordemos que mucho ayuda el que no estorba.