De México, Norma solo ha obtenido sufrimiento.

La hondureña ha tenido cuatro hijos, dos de ellos se los quitó el padre en Tabasco. En Saltillo tuvo otros dos y dice que el año pasado la Pronnif se los quitó. Hoy está embarazada, en un mes y medio llega al mundo el bebé de quien no conoce ni su sexo, lo va a recibir en el piso del cuarto donde duerme. No quiere que los separen. Quiere un trabajo y la oportunidad de recuperar a sus otros hijos.

Todos los días Norma Rivera sale a las calles para pedir dinero para comer, no se preocupa tanto por ella, sino por la vida que cuida en su vientre. Llegó a VANGUARDIA preguntando por las instalaciones de la ONU, alguien le dijo que solo ellos podrían ayudarla a tener un trabajo y a conservar a su hijo.

Arrastrando unas sandalias de plástico que apenas la protegen del concreto caliente por el sol del mediodía, Rivera cuenta que llegó hace 12 años a México, nació en un pueblito llamado San José de las Colinas, en el departamento de Santa Bárbara, pensaba cruzar a Estados Unidos, pero la amabilidad de los chiapanecos la convenció de quedarse.

“Una maestra me dio trabajo en su casa, pero me porté mal y me salí de ahí. Me fui a Tabasco. Allá la verdad agarré el alcoholismo y por eso perdí a los dos niños”, platicó recordando a Vanesa y Fernanda, a quienes cuidó durante siete años.

“Entré a rehabilitación, pero no me ayudaron y me quitaron a mis hijos para siempre. Me dijeron que firmara para darlos en adopción y les dije que no, que mejor se quedaran en una casa-hogar para toda la vida”, dice.

Frustrada decidió viajar hasta Saltillo, estuvo un tiempo, viajó a Zacatecas, regresó y se embarazó, así nació Gerardo, dice que su padre es de aquí. Hace dos años tuvo a Giovanni, no dijo quién es su padre.

“Se me enfermaron, los llevé al Hospital del Niño y ellos los entregaron a la Pronnif. Se enfermaron de asma. Yo dormía en la calle porque no tenía para pagar un cuarto de renta. En tiempo de frío yo los sacaba a pedir y por eso se me enfermó el más grande de asma.

“La Pronnif me dijo que yo no era apta para tener a los niños, yo les dije ‘ayúdenme con un trabajo o llévenme a un refugio con mis hijos’, ayúdenme. Como quiera se los llevaron”.

EL INCIERTO FUTURO DE SUS HIJOS

Gerardo ya está con la familia de su papá, Giovanni permanece institucionalizado. “La licenciada”, que lleva el caso de Norma le dice que para recuperarlo tiene que tener un trabajo estable, pero ella solo sabe piscar café y limpiar casas. En Tabasco y en Querétaro sí la contrataban, pero dice que en Saltillo son muy desconfiados.

Para poder trabajar en una empresa, Rivera tiene que regularizar su situación en el país, para hacer el trámite tiene que pagar tres mil pesos. Buscó ayuda en el DIF, pero le dijeron que tenía esquizofrenia.

“Me quieren quitar a este (bebé). Ya fui al psiquiatra, ya fui y me dieron una hoja de que no tengo nada, de ahí me mandan para todos lados en vez de ayudarme con un refugio o un trabajo. No me ayudan, nada más me quitan a mis hijos y se los llevan, ya van cuatro”.

Para recibir a su nuevo hijo, Rivera solo tiene el piso del cuarto que renta en la colonia Santa Helena, ocasionalmente va a revisiones a un centro de salud que dice está cerca del Parque La Maquinita, nunca le han hecho una ecografía. No sabe el sexo del bebé.

Norma dice que solo tiene una depresión leve, que se altera por todo lo que le han hecho en México, dice que no está preparada para incorporarse a la sociedad. Ella quiere a sus hijos de vuelta. Quiere regresar a Honduras, pero con todos sus hijos.
 

EL DATO

Para ayudar a Norma la puedes contactar al celular 4931008816