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Le sacan ‘jugo’ a la manzana de Arteaga
Saltillo, Coahuila. Cincuenta centavos perdidos en su cartera alcanzarán para completar el pasaje del camión o podrán quedar olvidados al final de la lavadora. En el ejido Mesa de las Tablas en Arteaga, uno de los mayores productores de manzana en Coahuila, un “tostón” equivale a un kilo de manzana picada por el frío vendida a la empresa Jumex.
Hace unos meses un par de ingenieros llegaron desde la Ciudad de México a comprar a los productores la manzana caída, la que no se alcanzó a vender con algunos acopiadores porque estaba ligeramente manchada de la cáscara por tizón tardío, una plaga que brota por el exceso de humedad y el frío que afecta a algunos cultivos como la manzana, el tomate o la papa.
Óscar Muñoz Casas, un hombre de 86 años, es uno de los principales productores de manzana en la región, y asegura que nunca habían existido tantas pérdidas como en este año. Es dueño de tres hectáreas donde planta árboles de manzana roja y golden —las dos variedades que más se producen en el sector— y los combina con un poco de siembra de maíz y avena que le sirven para comer durante el año.
Mientras en 2014 su producción fue de 300 cajas de manzana de las dos variedades, este año hubo pérdida total en la fruta de buena calidad, pues apenas si sacaron 85 costales que fue malbaratada por los ingenieros; en cambio otra parte de la fruta no costeó ni siquiera pizcarla.
“Una parte se quedó en las huertas porque no costeaba sacarla, la compraban a 500 pesos la tonelada, y no daba ni para la pizca”, considerando que los trabajadores reciben 200 pesos al día por la recolección de 10 ó 12 costales, el equivalente a media tonelada.
“Este año se nos plagueo y tuvo muchos puntos negros. La manzana no tiene nada pero esos puntitos que pintan la pura cascarita nos afectan, pero como quiera pierde el precio”.
El año pasado -recuerda Óscar Muñoz, quien ha sido tres veces comisariado ejidal- tuvo poca producción de manzana roja por las heladas, pues el frío acaba con más rapidez esta variedad que la amarilla o golden.
“Hay veces en que se nos hiela la flor y sacamos poquita manzana, porque mi huerta la tengo (combinada) con una parte de roja y una de golden. La roja es la primera que se lleva el hielo y el año pasado no hubo de esa”.
Los ingenieros y representes de la mencionada empresa, cuenta Óscar, también buscaron implementar un sistema de riego en las huertas para evitar que falte agua en los árboles frutales. Óscar confía en que será una buena apuesta aprovechar las bondades de un programa que promete mantener bien regados los árboles.
MAL PRONÓSTICO
Aunque Ricardo Márquez Portillo, presidente de la Unión Agrícola Regional de Fruticultores del Estado de Chihuahua, había previsto que para este año México alcanzaría las 716 mil 865 toneladas de manzana, aproximadamente, en Coahuila este año fue el peor para la producción de esta fruta, según los productores.
En junio pasado VANGUARDIA documentó que Noé Garza Flores, exsecretario de Desarrollo Rural, advirtió la posibilidad de plagas y enfermedades bacterianas y fungosas a causa de la humedad en el medio ambiente.
“Ahorita no tengo la cantidad de pérdidas de manzanas, pero hay información de que son pequeños productores que no tuvieron la oportunidad de la aplicación. Los productores medianos y grandes, que sí hay en la región de Arteaga, esos no tienen ningún problema”, señaló en ese entonces Garza Flores.
SE FUE AL JUGO
En Mesa de las Tablas también vive Constancio Oviedo Gaona, un hombre que a las 8:00 de la mañana sale de su casa a trabajar en “la labor”, como le llama a la pizca de manzana. Este año, la cosecha sólo dejó dos toneladas y media, mientras que en los árboles se quedaron entre una y dos toneladas de la fruta que no alcanzó a juntar.
Este año la inversión varió entre 8 y 10 mil pesos en trabajo, pero las ganancias no sirvieron ni para recuperar lo que gastó.
“Simplemente hay que trabajar la huerta. Que le mete uno la rastra, le mete uno dos trabajos, y hay que limpiar los árboles, podar, recoger la rama, poner la malla, quitar la pizca, hay que comprar la caja, el acarreo. ¡No pues, cuándo! En dinero a 50 centavos en dos toneladas y media, ¿qué tanto fue? Unos mil 250 pesos y las demás manzanas se quedaron tiradas. Todos los ejidatarios no recuperamos nada, toda la manzana se fue al jugo”.
El desecho de la manzana que alcanzó a comercializar las negoció con don Benito, un hombre que desde hace algún tiempo viaja desde Puebla para comprar a más bajo precio la fruta y revenderla en las fábricas y empresas de jugos. El resto las llevó a su esposa para que las aprovechara e hiciera cajeta o fruta en almíbar y la vendiera en diferentes presentaciones para sacar para el gasto.
Jesús Durán Flores, alcalde de Arteaga, dijo hace tres semanas que la importación ilegal de manzanas procedentes de Estados Unidos ocasiona que el 60 por ciento de la producción local no pueda comercializarse y permanezca en bodegas, y esas pérdidas afectan a productores del municipio en los ejidos como San Antonio de las Alazanas y Mesa de las Tablas.
De eso está muy seguro Constancio Oviedo, quien defiende el sabor de la fruta por encima del tamaño.
“Francamente aquí nuestra cosecha no funciona. Estados Unidos está metiendo (a México) manzanas de Washington y Canadá, pero es mucho mejor la nuestra porque tiene mucho jugo dulce y muy buen sabor. Simplemente la de Chihuahua, está grande, tiene mucha vista, pero está desabrida y tiene el pellejo muy duro y ésta no. Por eso mucha gente de las jugueras viene a comprar más aquí, porque está más chica pero es más jugosa.
De acuerdo con datos del Sistema Producto de Manzana, Chihuahua ocupa el primer lugar en México en la producción, seguido por Durango y Coahuila, en tercer lugar. Aunque las variedades producidas en Mesa de las Tablas, Arteaga, son calificadas como las más dulces.
“Cuando no hay en Chihuahua vienen aquí, pero la pagan bien barata como a 50 pesos y cuando mucho a 70 pesos la caja. En todas esas tiendas grandes (centros comerciales) la ofrecen muy cara”.
Constancio es padre de nueve hijos, todos, a excepción de uno, viven en Saltillo. Él no quiere a vivir en la ciudad porque cree que la ciudad podría acabar con su vida:
“¡Véngase a vivir acá!”, le dicen sus hijas.
“Si me voy a Saltillo no duro un año o dos para cuando cuelgue uno los tenis. Aquí me voy a mi labor, a sacar ratones, a ver mis animales y hace uno ejercicio. Y allá no, ¿qué voy a hacer allá?”.