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Legalizar ya
El alcohol y otras drogas, han estado presentes entre nosotros desde las primeras civilizaciones, remontándose su historia a la antigua China, Babilonia, griegos y romanos. Se ha documentado que hace 5 mil años en Asia se utilizaban opiáceos y cannabis, y en América la hoja de coca y el peyote con fines analgésicos y lúdicos. Miles de años de seres humanos buscando en las drogas una especie de liberación al sufrimiento del cuerpo y del alma que, en ocasiones, se han utilizado como un vehículo para la creación cultural y científica.
Ahí están los casos de José Martí, que dedicó una poesía al hachís; Rubén Darío, quien en su cuento “El Humo de la Pipa” describe un viaje alucinante, o Edgar Allan Poe que las utilizaba para “enfrentar una sensación de soledad insoportable”. En la lista están Nietzsche, Shakespeare, Faulkner, Fitzgerald, Baudelaire, Wilde, Beckett, Hemingway, el mexicano Juan Rulfo, quien escribió “Pedro Páramo” sumido en el alcoholismo, y el español Ramón del Valle Inclán que escribió a Alfonso Reyes: “La marihuana me ahorra el trabajo de regresar a mi casa cuando salgo del café a las 3 de la madrugada, porque simplemente ordeno: que se eche a andar la calle y que mi casa venga por mí, y mi casa se me va acercando como un barco”.
Pero también destacados hombres de ciencia como Freud o Richard Feynman, Premio Nobel de Física, así como Steve Jobs, Edison o Carl Sagan, que escribió un ensayo bajo el seudónimo de “Mr. X” con el título de “Marihuana Reconsidered” que dice: “Ojalá que el momento de la legalización no esté muy lejano; la ilegalidad es un despropósito”.
Así que aceptémoslo de una vez y para siempre. La guerra contra las drogas en México y en todo el mundo es una que se perdió hace mucho tiempo. La respuesta bélica sólo aumentó la violencia, muerte, violaciones a los derechos humanos y, por supuesto, el poder de los cárteles.
Lo digo fuerte y claro: la decisión del gobierno del presidente López Obrador de liberar al hijo del Chapo Guzmán, por más que se quiera justificar no tiene lado. Es terrible, inadmisible, es intentar justificar lo injustificable. Pero el fondo de todo esto son las políticas públicas fallidas en la materia y en donde las muertes atribuidas al crimen organizado por causa del mercado de la droga alcanzan las 400 mil víctimas en menos de dos décadas en México.
¿No le parece que es momento de cambiar de estrategia? Lo aclaro, esto no significa dejar de perseguir a los narcotraficantes, pero sin falsos debates, discutamos ya otras opciones. Ahí está la propuesta del profesor de la Universidad de Chicago y Premio Nobel de Economía, el doctor Gary Becker que en su ensayo “Crimen y Castigo” comprobaba que delincuentes hacen un análisis de su actividad y al considerar la probabilidad de ser detenidos y el castigo que enfrentarían por ello, deciden entrar ante la muy escasa probabilidad de ser procesados y encarcelados.
Para el Nobel, la única manera de combatir las drogas es legalizarlas y fijar impuestos a su consumo y a la producción. En su opinión, esta política es más eficiente que prohibir su uso. Aseguraba que legalizarlas eliminaría el grueso de las ganancias y la corrupción.
Esa corrupción que implica desde el policía y político que deja trabajar a los narcotraficantes, como a esos otros que encuentran en los fondos multimillonarios que todos los años se dedican en bien de nuestra seguridad y que se convierten en un negocio multimillonario en la compra de patrullas, cámaras de seguridad, vehículos especiales, casetas de vigilancia, gasolina a manos llenas, sirenas, uniformes y todo lo necesario para “hacer de Coahuila un estado seguro” o de “Saltillo la ciudad más segura del mundo mundial”.
Y es que la evidencia de décadas comprueba que la respuesta bélica sólo ha servido para aumentar la espiral de violencia, cárceles llenas de consumidores, corrupción, muerte y excusas para violar los derechos humanos. Fuerza Coahuila, o el disfraz que le pongan, es un ejemplo de ello. Así que pensémoslo pues el sistema prohibicionista y punitivo ha demostrado su fracaso. Avancemos en una regulación efectiva que elimine los mercados ilegales, una condición que hasta ahora sólo ha beneficiado a los criminales y criminalizado a los consumidores. ¡Legalizar ya!
@marcosduranf