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Lo que vivimos es equiparable a un desastre natural. Y aun con esto, es impresionante el nivel de polarización
Se supone que en tiempos de adversidad los seres humanos tienden a unirse. Bueno, así comenzaron las sociedades. Había que defenderse de la naturaleza, de los animales y de los grupos vecinos que querían apoderarse de lo que no les pertenecía. Una de las más grandes presunciones, con las que nos publicitamos ante el mundo, es que el pueblo mexicano es un pueblo solidario.
En parte es cierto, así lo han demostrado muchos eventos que hemos vivido, donde se han puesto en riesgo muchas vidas humanas y se han perdido otras tantas, “situaciones límite”, como decía Karl Jaspers. Por otra parte, la solidaridad –hacer sólido al otro– es una condición que le corresponde a la naturaleza humana. Mal nos veríamos si en situación de desgracia no nos uniéramos.
Lo cierto es que en la cotidianidad, probablemente porque pertenecemos a distintas naciones con lenguas, culturas y costumbres distintas, no nos ponemos de acuerdo y vivimos en permanente confrontación. Somos un mosaico multicultural y eso, aunque usted no lo crea, ha sido factor para entender que son más cosas las que nos unen que las que nos desunen. Desgraciadamente, aún en tiempos donde se requiere la unidad, cada quien jala para su propio molino.
Lo digo por la pandemia que ahora enfrentamos. La epidemia apareció en China en diciembre de 2019. En enero de 2020 la OMS celebró una reunión en Ginebra, Suiza, para valorar la situación que visualizaron podría extenderse, y el 30 de enero fue declarada como pandemia. En México, el primer contagió apareció en Sinaloa el 27 de febrero y al momento arañamos los 4 mil casos de infectados y 233 decesos. ¿Qué parte no entendemos, gobierno, periodistas, empresarios, sociedad civil y población en general, que son tiempos de unidad?
En el pasado temblor de 2017, murieron 369 personas. Al momento van 233 y contando, sin duda sobrepasaremos el número. Y aunque habrá quienes digan que no es representativo el número de decesos porque por hipertensión, diabetes o cáncer mueren más, por estas enfermedades no habíamos sido recluidos y por la pandemia sí. Hacemos fuerza y nos unimos o nos complicaremos el futuro en lo sanitario y, ahí donde nos duele a todos, en lo económico.
Sin temor a equivocarme y guardando las proporciones, lo que hoy vivimos es equiparable a un desastre natural, póngale el nombre que quiera. Incluso con esto, es impresionante el nivel de polarización y confrontación que se vive en el País. ¿O acaso requerimos la ambientación del temblor de tierra, de un huracán o de la explosión de un volcán para no ideologizar o politizar la situación? Es decir, ¿si yo o quien piense o crea como yo no encabeza el plan o proyecto a combatir, en este caso el COVID-19, no lo apoyo?
Para quienes han politizado o ideologizado el momento que vivimos les quiero recordar lo siguiente. La democracia se basa en reglas. Y como en el mercado la regla más importante es la competencia, en este caso electoral. En 2000 triunfó democráticamente Vicente Fox, en 2012 Enrique Peña Nieto y en 2018 ganó la elección Andrés Manuel López Obrador. Los tres estilos fueron distintos, pero no hubo duda de que cada uno en su momento participó de una elección que con proyectos distintos y de forma democrática, les hicieron llegar a la presidencia de la República.
Es muy simple, otra vez, recurriendo al ejemplo del mercado –aunque no es así– cada uno de los gobiernos, aunque todos han representado a la sociedad mexicana a través del gobierno, los segmentos o destinatarios son distintos. Eso hace que naturalmente no se simpatice por quienes no nos sentimos representados.
Quien llevó a Fox a la presidencia fue un segmento poblacional distinto que el de EPN o el de AMLO, en ese sentido también sus proyectos. El de Fox priorizando empresas y empresarios, el de EPN favoreciendo a la clase política y el de AMLO teniendo como destinatario al pueblo y la lucha contra la corrupción.
Si los proyectos de los partidos diferentes, a quien hoy gobierna, no ganaron en 2018 fue porque el voto no les favoreció o porque usted, que simpatiza con tal o cual color, no hizo lo pertinente para que su opción ganara. ¿Tan difícil es entender esto? Será la participación y no la descalificación lo que traiga de vuelta los proyectos que han representado ya en otros momentos la transición. La situación es bastante seria.
El COVID-19 es letal si no atendemos las recomendaciones que nos hacen las autoridades de salud a nivel Federal. Pero son más peligrosos el egoísmo, la confrontación y la falta de unidad, pero sobre todo la necedad y la ignorancia que tenemos muchos de nosotros para entender que esta es la peor pandemia que enfrentamos desde hace mucho tiempo.
Hagamos a un lado el tema político e ideológico del coronavirus y enfoquémonos en el sanitario. No se trata, en este momento, de estar a favor o en contra de un color o ideología, sino de México que se encuentra en estado de emergencia.