Los ‘errores’ de El Quijote

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Los ‘errores’ de El Quijote

Popularmente se cree que la gran novela de Cervantes es un modelo de perfección en el manejo y escritura del español. Por eso se suele decir del castellano que es el “idioma de Cervantes”. Por la fuerza y pureza que con su obra toda y en especial El Quijote, le supo imprimir. Sin embargo, ciertos especialistas y eruditos no tienen la misma percepción.

Algunos entendidos en la materia afirman que El Quijote está lleno de incorrecciones y descuidos. No sin cierto dejo de benevolencia, lo más que llegan a decir esos críticos en defensa de Cervantes es que éste incurrió en numerosos errores, porque se vio en la necesidad de escribir con precipitación y desaliño, sin tiempo para “la imprescindible lima o el recomendado pulimento final”.

Lo anterior, quizá, porque cuando Cervantes escribió la mayor parte de sus piezas más insignes, era ya un hombre de edad muy avanzada para la época. Recuérdese que al ver la estampa la II Parte de El Quijote frisaba los 68 años, muy anciano para los estándares de principios del Siglo 17.

Ramón Menéndez y Pidal escribió sobre El Quijote que “Hay (en él) evidentes descuidos, correcciones a medio hacer y desenfadados alardes de incongruencia y despropósito”.

La verdad es que a lo largo de cuatro siglos, han sido numerosos los críticos que han sometido a El Quijote a rigurosa y muy severa exégesis. Y no sólo en lo gramatical sino también en los aspectos históricos, geográficos, cronológicos, astronómicos, mitológicos, matemáticos y un largo etcétera, como si en los detalles de esa índole residiera la verdadera esencia de El Quijote.

De los muchos anotadores y comentaristas que ha tenido El Quijote, mi opinión personal es que los dos más analíticos y eruditos son los españoles, Diego Clemencín y Francisco Rodríguez Marín. Las notas del primero, Clemencín, suman 5 mil 554 y el texto de éstas más que duplica el del propio Quijote. Los cuatro tomos de la novela comentada por él fueron publicados entre 1833 y 1837, los dos últimos en forma póstuma.

Pues bien, aunque cuando leí “El Quijote de Clemencín” no tuve el cuidado de ir llevando la cuenta del número de notas referidas a los supuestos errores de sintaxis, estilo, puntuación y hasta ortográficos de Cervantes, estimo que no son menos de mil dichas notas.

Entre principios y mediados del pasado Siglo 20, Rodríguez Marín, por cierto un devotísimo cervantista, publicó tres ediciones de El Quijote comentadas por él. En cada sucesiva edición aumentó el número de sus notas, hasta finalizar totalizando también varios miles. 

No obstante que en no pocas de esas notas defiende a Cervantes de las duras críticas en materia gramatical hechas un siglo antes por Clemencín, él también echó su cuarto a espadas, pues son también numerosísimos los pretendidos errores de tal naturaleza que Rodríguez Marín se permite señalarle al gran escritor.

Por supuesto que frente a este tipo de crítica, Cervantes ha tenido inteligentes y lúcidos defensores, como veremos en el siguiente artículo. Alguno de ellos escribió, considero que con razón, que “buscarle (a El Quijote) incorrecciones, descuidos y ‘despropósitos’, y hurgarle hasta el menor desliz, es sencillamente un tributo a su grandeza”. (45)
jagarciav@yahoo.com.mx