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Los fines de la educación, del tradicionalismo al conectivismo
Dependiendo de las épocas, los fines de la educación han variado y han tenido que ver más con el tipo de ser humano que se requiere en el momento que con un formato determinado de persona. En Egipto se educaba para dominar, en Esparta para la guerra, en Atenas para buscar el conocimiento y para formar ciudadanos, en Roma como un derecho que correspondía a las clases superiores y que tenía como objeto conservar el status quo, en la Edad Media para la religión, en el Iluminismo como elemento de liberación teniendo como base la racionalidad.
Posteriormente se educó para el progreso y el orden a partir de la búsqueda del conocimiento. Al tiempo llegaron los grandes inventos que revolucionaron radicalmente la humanidad. Se educó para conseguir títulos académicos, para tener mejores perspectivas en la vida, para adquirir cultura, destrezas, habilidades, valores; para saber usar la tecnología, para la industria y la democracia. Acabamos educando para el mercado.
Se educó con diferentes métodos y ahí nos perdimos. Se atendieron los medios y se dejó de lado el fin. Desde el tradicionalismo hasta el constructivismo que poco entendimos, pasando por el conductismo, la teoría sociohistórica y el cognitivismo. Grandes autores, grandes propuestas.
El constructivismo, que hemos vivido en esta última etapa en la educación en Occidente, en su origen solicitaba a los maestros dejar el protagonismo en el aula y promover la participación de los alumnos a través no solamente de lo teórico, sino de entrecruzarlo con la realidad mediante didácticas como el aprendizaje basado en proyectos, en el servicio colaborativo, basado en problemas, en investigación, en retos y los famosos casos. La idea era dejar de lado la memorización y la rigidez de una educación autoritaria.
Se suponía que los días en que el maestro era el protagonista del aula habían pasado. Hoy, con la modalidad a distancia, en muchos de los casos lo sigue siendo.
Con el postmodernismo llegó la era digital y con ella una nueva opción, el conectivismo, que es una teoría que trata de explicar cómo se lleva a cabo el aprendizaje en la era digital. El mundo de la virtualidad, las wikis, los blogs, el razonamiento artificial, la web 2.0, los videos, las redes sociales, los foros de discusión, los infográficos, el salón virtual, los contenidos académicos libres –TedEd–, las MOOC (Cursos abiertos masivos en línea), el flipping classroom (aula invertida), entre otras tantas cosas hoy se han convertido en el fiel de la balanza. El peligro sigue siendo que nos quedemos en los medios y no atendamos los fines.
Pareciera ser que los famosos pilares de la educación nos marearon, y ante el nuevo momento que vivimos la pregunta sigue en el aire: ¿por qué y para qué educamos? Encontrar la respuesta marcará la diferencia entre la identificación de fines y la priorización de los medios, que es lo que se ha venido haciendo permanentemente de frente a una realidad que parece se prolongará.
Pero, ¿cuáles son esos consabidos fines? El artículo 3 constitucional nos lo responde de una forma contundente diciendo que: se educa para promover el desarrollo armónico de las personas; el conocimiento científico, para amar a la patria y para hacer operativa la democracia. La Ley General de Educación agregará que se educa para adquirir conocimiento y para acrecentar la cultura, para el desarrollo integral de las capacidades del individuo; para el conocimiento de la justicia y la ciencia, para ser solidarios y respetar la dignidad humana y para cuidar y respetar el entorno en el que vivimos. Ha sido tan simple, pero nos lo hemos complicado.
Y mientras una buena cantidad de maestros, por falta de habilidades y destrezas, no pueden conectar con los fines que propone la educación en México; un 40 por ciento de los estudiantes en el País no pueden conectar con la educación por la falta de conectividad. Como afirma George Siemens, precursor del conectivismo, nuestra mente es una red, una ecología. Se adapta al medio ambiente. Agreguemos, pero sin perder de vista cuál es el fin de la educación.
En este momento es lo que hay y es, querámoslo o no, y a lo que tenemos que adaptarnos educadores y educandos. Sería un grave error, como género humano, no adecuarnos a la presente realidad por motivos de incapacidad, de pobreza o de no entender el momento que vivimos en materia de democracia, amor a la patria, la armonía como sociedad y la acuciosidad en el conocimiento científico.