Madero, la historia como farsa

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Madero, la historia como farsa

La historia nos dice que los Madero nunca han sido aptos para gobernar. Claro que hay una excepción que confirma la regla, pues el patriarca de todos ellos, don Evaristo Madero Elizondo, fue un buen gobernador de Coahuila allá por el Siglo 19, pero de ahí en adelante todos los Madero que han incursionado en la política no han hecho mejor papel.
 
Con respecto a don Francisco I. Madero es triste decirlo, pero su idealismo se topó de frente con la realidad maquiavélica de la Revolución, la que en ese momento requería de mucho rigor y hasta de crueldad, dureza de la que era incapaz el bondadoso soñador, debilidad que desató la anarquía, la Decena Trágica y la muerte de cientos de miles de mexicanos que tuvieron que luchar contra Huerta, porque Madero no pudo o no supo gobernar.
 
Luego de esa dolorosa tragedia, ya pasada la violencia, el general Raúl Madero, hermano del mártir, fue electo gobernador de Coahuila (impuesto por Ruiz Cortines en 1957), a los 70 años de edad y cierto es que fue incapaz de gobernar. Al respecto, José Elías Romero Apis relata un pasaje triste de su senilidad. Dice que siendo gobernador, don Raúl fue a la capital y que al entrevistarse con el implacable Díaz Ordaz, que era secretario de Gobernación, don Raúl lo confundió con el de Educación y le hizo peticiones de dicha dependencia. Romero consigna un detalle muy raro en Díaz Ordaz, nos dice que don Gustavo fue compasivo y benevolente con el anciano y que hasta lo ayudó a subir a su automóvil cuando se retiró. Don Raúl fue un hombre honorable, pero su gobierno fue inocuo y mediocre, su hija Dorita fue la que en realidad gobernó.
 
Asimismo, cabe honrar la memoria del arquitecto Gerardo Madero Muñoz, sobrino de don Raúl, mismo que fungió en su Gobierno como director de Obras Públicas, con tan acrisolada honradez que, de manera insólita, al terminar su gestión, salió más pobre de como entró.
 
Siendo gobernador don Raúl, su hermano don Carlos B. Madero fue electo alcalde de Parras, hombre bueno y honrado, gobernó sin pena ni gloria
Todos esos personajes, incluyendo a Ernesto Madero y a Rafael Hernández, tío y primo del mártir, fueron gente decente, muy honorable aunque luego llegó otra clase de Madero, los que llegaron para robar.
 
Y así fue que en 1981 llegó como gobernador sustituto de Coahuila un hijo de don Raúl, Francisco José Madero, que fue un mandatario fútil y anadino. No robó, pero nadie sabe en qué dilapidó 400 millones de pesos en cuatro meses de gobierno.
 
La rapiña en grande llegó de la mano de dos entes nefastos: Adalberto Madero Quiroga, como alcalde de Monterrey y de su tío, Evaristo Madero Marcos, el “Putin de Parras”.
 
El primero ha sido calificado por los empresarios de Nuevo León como el alcalde más corrupto en toda la historia de Monterrey. Estuvo preso y salió libre bajo fianza.
 
El segundo es considerado el alcalde más nocivo en toda la historia de Parras. Debería estar preso al ser señalado de narcotraficante. Lo ha salvado el mecenazgo de los Moreira, que apoyan su reelección.
 
Ambos personajes confirman el axioma marxista con el cual inicia el “18 Brumario de Luis Bonaparte”; son la farsa del patriarca legendario cuyo legado destruyen como repetición ridícula de su historia de honor y grandeza.
 
¿Y por qué recordar tanto el pasado? Lo dice Mirek, un personaje de Kundera en la “Risa y el Olvido” rebelándose contra la opresión: “La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”.