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Marchas II
Agradezco que usted me lea. Agradezco que usted, teniendo cosas importantes en su quehacer diario, se tome momentos para atender estas líneas. Respeto como siempre si usted difiere de lo aquí escrito y esbozado en torpes ideas. Dos columnas publicadas en días pretéritos merecieron comentarios, glosas, apostillas, críticas, puntualizaciones, adhesiones y felicitaciones. Muchas gracias por sus deferencias, señor lector. Fueron los textos sobre Juan Gabriel y su mítico “Noa Noa” y “Marchas hacen temblar al gobierno” del pasado jueves 15 de septiembre. Entro de nuevo al tema (temas) a petición de ustedes. Como siempre, el espacio aprieta. Comenzamos.
Somos una sola región. Somos el norte bravo, rudo, de trabajo y empuje cotidiano. Muchos de nosotros hemos laborado y nos hemos divertido en Apodaca, en Monterrey, en Reynosa, en Ciudad Juárez, en Chihuahua o Durango. Somos una zona, una región de compromiso y esfuerzo compartido. Atentos lectores me comentaron de la estampa aquí publicada con motivo de la muerte del divo Adán Luna (Juan Gabriel, ya consagrado) y la visita que hice por aquellos años a su bar de gestación, el “Noa Noa”. Como buena frontera, aquéllos eran buenos tiempos y buenos lupanares. El “Noa Noa” (los internautas cometieron el error garrafal una y otra vez de decir que aún existía; en fin, qué se puede pedir a los “escritores” de Internet) era un buen lugar, como muchos de esa zona de baile y tragos. Había tables dances pero ésos no eran tan requeridos como hoy. Recuerdo también un lugar muy ambientado, iluminado como en Las Vegas, con una pista de baile, donde… me sacaron a bailar. ¿“El Cadillac”? Si usted ha ido por allá, lo sabe: en Juárez, a uno lo sacan a bailar las ladies. Es el norte, pues.
Esa vez bailé danzón; sí, yo que no sé bailar danzón y que sólo sé un poco de otros ritmos.
Como mi padre, tengo dos pies izquierdos, pero hombre que sabe bailar, nunca andará solo por la vida. A la dama en cuestión, que era más alta que yo, no le importó y nos la pasamos animados durante la noche. Ya luego la invité a almorzar en un par de ocasiones cuando iba de trabajo por aquellos lugares. Aquí en Saltillo, cuando un alto empresario norteamericano invitó a la novia que yo tenía por ese entonces a cenar junto con otros de su staff, y pues fui de colado (por incitarme mi pareja), coincidimos charlando en los recuerdos de Juárez y sus lugares emblemáticos. El gringo supervisaba también las maquiladoras de Ciudad Juárez y Monterrey, y éste apostilló con un comentario que jamás se me ha olvidado: “en Juárez, cholos. En Saltillo, chundos”. Fin de la estampa.
Esquina-bajan
El repudio fue unánime contra la iniciativa de ley para matrimonios homosexuales que se quiere hacer universal en México (vía Enrique Peña Nieto), como imitación de lo aprobado por el Tribunal Superior de los Estados Unidos en 2015. Sólo copiamos. Hoy día el llamado matrimonio igualitario (personas del mismo sexo) está legalizado en 10 estados. Se pretende que sea en todo el País. Al parecer, no va a ser fácil. Si nos atenemos a la Biblia, la palabra de Dios para los creyentes que protestaron, ¿qué dice sobre la unión de homosexuales? ¿Es tolerada? ¿El matrimonio es cosa legal o cosa divina? ¿Sodoma y Gomorra son cuentos y leyendas y ya no tienen nada qué ver hoy? Vamos por partes.
La gran mayoría opina sin saber. Seamos francos y claros. Muchos afirman que la Biblia condena a los homosexuales. Otros afirman (el monje Raúl Vera incluido) que la misma Biblia los acepta y tolera. ¿Quién tiene la razón? Dice Romanos 13.9: “ama a tu prójimo”, por lo cual ¿tenemos que admitir los comportamientos y orientaciones sexuales desviados, hasta llegar al matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción de infantes por parte de estas parejas? La Biblia (sea cristiana o católica, vaya, es la misma) dice que los “hombres que se acuestan con hombres” no heredarán el Reino de Dios (1ª Corintios 6.9-10). Lo mismo se dice de las mujeres (Romanos 1.26).
La Biblia afirma que sólo un hombre y una mujer pueden tener relaciones entre sí (Génesis 1.27-28 y Proverbios 5. 18-19). Vea usted que la Biblia condena las prácticas homosexuales, pero jamás fomenta o dice de perjudicar, atacar o maltratar a homosexuales (Romanos 12.18). Dice la Biblia que los cristianos están obligados a respetar a toda clase de personas (1ª de Pedro 2.17); pero, ojo, no estamos obligados a aceptar toda clase de “conductas”. Respeto a personas, pero no a mañas adquiridas: la homosexualidad, la violencia, la sevicia, el robo…
Letras minúsculas
Dejo para próxima columna la arista de la seguridad, los derechos humanos, el accionar errático y cuestionable de la Fuerza Coahuila…