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Más sobre la crítica social en El Quijote
En la línea del libro de LudovikOsterc, referido en el artículo anterior, se ubica el ensayo que corresponde al discurso leído por Jesús Silva Herzog (San Luis Potosí 1892-Ciudad de México 1985) con motivo de su recepción, el 17 de octubre de 1956, como miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, al ocupar el sitial que fue del renombrado educador y cervantista Erasmo Castellanos Quinto, de quien se dice –seguramente con exageración- que se sabía de memoria el texto de El Quijote.
El discurso de Silva Herzog, titulado “La crítica social en Don Quijote de la Mancha”, es una de las piezas de la literatura cervantista mexicana que mayor difusión ha recibido, pues apareció el mismo año como sobretiro del número noviembre-diciembre de 1956 de la revista Cuadernos Americanos que él dirigía, fue también publicado por la UNAM y asimismo por la Academia Mexicana de la Lengua, además de alguna otra edición que creo haber visto por allí.
De entrada señala Silva Herzog que para él “lo más atrayente en el libro de Cervantes es la inconformidad con el mundo que circunda a los dos principales personajes, y que se manifiesta aquí y allá en el curso del relato. La crítica social –dice- se advierte en las palabras iluminadas del Caballero”.
Elabora al efecto sendos análisis de los pasajes de la novela que más se prestan para poner de relieve la posición crítica –en ocasiones severamente crítica- del autor de El Quijote sobre determinados aspectos de la vida social de España hacia finales del siglo XVI y principios del XVII, bajo el reinado de Felipe III.
Tales pasajes de El Quijote, analizados desde esa óptica, son muy conocidos. Entre otros, Silva Herzog hace amplia referencia al discurso en el cual Don Quijote “diserta con rara elocuencia sobre las armas y las letras”, durante memorable cena en la Venta de puerto Lápice. Son, dice el académico, “páginas de antología de la prosa universal, por la belleza del estilo y la hondura de pensamiento”. Asimismo, no podía fallar, hace amplia glosa del discurso de Don Quijote a los cabreros “sobre los felices tiempos –dice Silva Herzog- del comunismo primitivo”.
Comenta largamente sobre la mala suerte que en vida persiguió siempre al genial autor de El Quijote, así como su permanente e indeclinable exigencia de poder expresarse y escribir con libertad. Si bien, precisa Silva Herzog, siguiendo en este punto a otros autores, “No es Cervantes, sino su personaje loco, el que dice y hace cosas desorbitadas y absurdas. Sólo así pudo escapar a la severa censura eclesiástica”. (58)