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In memoriam Javier Villarreal Lozano. El Vito Alessio Robles es, sin dudas, una parte trascendente de su legado
Han pasado más de dos décadas desde que invitada por Óscar Pimentel González llegué a trabajar, como responsable de la Biblioteca, al Centro Cultural Vito Alessio Robles, entonces próximo a inaugurarse y cuya dirección había recaído en Javier Villarreal Lozano. Pasaron casi 22 años, y ante su partida, hoy escribo estas letras, más que a la memoria del director, en memoria de quien fuera siempre un amigo.
La semblanza oficial de Villarreal Lozano menciona sus innumerables logros académicos, periodísticos y culturales: los libros que escribió y publicó, los que editó y coordinó; las conferencias que dictó, los cursos que impartió, los periódicos que dirigió; los cargos que ejerció; sus acciones en favor de los derechos humanos, el arte y la cultura; los premios y reconocimientos otorgados. Como historiador reconstruyó una parte de la historia de Coahuila y de Saltillo, ahí están sus libros sobre Óscar Flores Tapia, Melchor Múzquiz, Venustiano Carranza, los viajeros en Saltillo, las cartas desde Querétaro, Benjamin Lundy y otros muchos. En el periodismo fue un analista profundo y sereno, de estilo claro y limpio, de escritura impecable. Su estampa en la redacción y dirección de los diarios era la del periodista enigmático para los más jóvenes, y para los mayores era la figura legendaria del gran periodista, ejemplo y modelo para todos. Enseñó en sus clases el periodismo que ejerció, el de la congruencia, el de la opinión profesional, el de la pulcritud, el del valor ético. Sus luchas personales fueron principalmente por el respeto a los derechos humanos y la dignidad de las personas, por la palabra, la historia y la cultura.
Viví con él la aventura de la construcción del Centro Cultural Vito Alessio Robles, de la que me hizo partícipe, y los casi 22 años de trabajo compartido me permiten agregar algo, si no a su reseña biográfica, sí a su biografía esencial, la que habla del espíritu y de la persona. Sus diversas facetas de reconocido periodista y destacado historiador, analista y escritor de palabra clara y precisa, defensor de los derechos humanos, maestro muy querido, gran promotor cultural y por sobre todas las cosas amigo a toda prueba, confluyeron en su carácter de director del Cecuvar. Fue un gran promotor cultural, preocupado por hacer del Vito Alessio Robles una gran institución: “Trabajar aquí es un privilegio” decía, cuando en la realidad el privilegio era trabajar con él. Siempre valoró los afectos y los sentimientos. Conversador inigualable, compartía sus ideas, recuerdos y experiencias con los que le rodeaban. Era otra forma de enseñanza, eran sus lecciones. Siempre jovial, hacía gala de su sentido del humor, tan fino que a veces rozaba la ironía sutil, sin jamás ofender a nadie.
En la silla del director del Cecuvar hubo siempre un amigo, un periodista, un escritor, un analista, un maestro, el gran promotor que marcó el rumbo y le dio a la institución su prestigio y liderazgo. El Vito Alessio Robles es, sin lugar a dudas, una parte trascendente del legado de Javier Villarreal Lozano.
El director partió. Dejó en el Centro Cultural su ejemplo, el eco de su voz y sus lecciones. Por eso propongo desde aquí que se le imponga el nombre de Javier Villarreal Lozano al anexo del edificio que en los últimos tiempos entregara el Gobierno del Estado al Cecuvar, de manera que en la institución perdure el recuerdo de su primer director y éste le rinda homenaje permanente. Esta petición, que habrá de formalizarse en su momento por el personal, será el homenaje justo y debido al hombre bueno y sabio, al director, al maestro, al amigo que se adelantó.
Ha llegado la hora de despedirse. Convencida de que su partida es sólo un incidente más en la vida de un hombre bueno, me despido con la seguridad de que su luz será guía en el camino a continuar. Descanse en paz Javier Villarreal Lozano.