Protesta. Una activista pide la liberación de los extranjeros detenidos por el gobierno de Ortega.
Los mexicanos fueron enviados de forma secreta a la frontera con Honduras.

MANAGUA.- Tras décadas de esfuerzo para formarse una imagen internacional de paraíso tropical seguro y pacífico, abierto al mundo y que recibe a los extranjeros con los brazos abiertos, Nicaragua se ha convertido en un país hostil, donde el Gobierno del presidente Daniel Ortega, cada vez más autoritario, captura sin justificaciones aparentes, encarcela en celdas denunciadas como centros de tortura y expulsa del país a los extranjeros que considera como una “amenaza”. Los riesgos son mayores si se trata de periodistas, fotógrafos o académicos que llegan para retratar la realidad de esta nación centroamericana.

Recientemente el gobierno de México emitió una advertencia a los mexicanos que pretenden visitar Nicaragua o que residen en este país para que tomen medidas de seguridad, que incluyen reportar el viaje en el Sistema de Registro para Mexicanos en el Exterior o con la representación mexicana en Managua. 

México ha sido uno de los países que recientemente ha tenido que reclamar a Nicaragua por el trato dado a varios de sus ciudadanos. El caso del joven estudiante Jobany Torres, quien estuvo 12 días detenido en las celdas de Auxilio Judicial en Managua (denunciadas por defensores de derechos humanos como centro de tortura y popularmente conocidas como El Chipote) se une el de la académica Viridiana Ríos, investigadora del Wilson Center de Washington. Ríos llegó a Nicaragua para realizar una investigación relacionada al crecimiento económico y la desigualdad, estudio que lleva a cabo en varios países. 

El fin de semana fueron detenidos otros cuatro ciudadanos mexicanos, que formaban parte de un grupo de seis jóvenes que componen la denominada “Caravana Mesoamericana del Buen Vivir”, quienes estaban de paso en el país y se habían citado con campesinos que se oponen a la construcción de un Canal Interoceánico en Nicaragua. Los jóvenes enseñaban a los campesinos de la pequeña comunidad de La Fonseca –en el Caribe sur de Nicaragua– a construir cocinas artesanales ecológicas, cuando hubo una explosión por manipular material inflamable. Los extranjeros fueron trasladados a Managua y desde entonces se desconoció su paradero.

El embajador de México en Nicaragua, Miguel Díaz Reynoso, desarrolló una intensa labor diplomática para conocer el paradero de los detenidos.

Los mexicanos fueron enviados de forma secreta a la frontera con Honduras. El Gobierno de Nicaragua no ha explicado por qué los mantuvo detenidos por tanto tiempo.

EL DATO
México emitió una advertencia a los mexicanos que pretenden visitar Nicaragua o que residen en este país para que tomen medidas de seguridad.