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Mirador 01/04/2017
John Dee accedió a que el abad del convento de jobinos visitara su biblioteca.
El fraile miró los plúteos con obras de la antigüedad griega y romana; viejos rollos arábigos y hebraicos; flamantes volúmenes de la moderna Europa. Seguidamente acotó con aspereza:
–No veo aquí el Libro Sagrado.
El filósofo lo llevó a la ventana. Le mostró el bosque de pinos que morían para dejar el sitio a otros pinos. Lo hizo ver el río que iba al mar para volverse lluvia y nacer otra vez como otro río. Le señaló las hojas secas al pie del árbol que con ellas iba a hacer sus nuevas hojas.
Le dijo:
–Ése es mi libro sagrado.
Gruñó el abad:
–La naturaleza no es un libro.
Y replicó John Dee:
–Sólo para los que no saben leer en ella.
¡Hasta mañana!...