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Mirador 01/07/16
Si los hombres supieran escuchar lo que las tumbas dicen.
Hay en el cementerio de Ábrego una tumba. Si los hombres supieran escuchar lo que las tumbas dicen, en aquélla oirían estas palabras:
“Viví 101 años. Fue igual que si hubiera vivido sólo uno. Nací, y cuando recordé ya estaba muerto. Vi nacer y morir hijos y nietos. A tres mujeres traje a este panteón. Amigos y enemigos se fueron uno a uno; a todos los que conocí se los llevó la muerte. De pronto me vi solo en mi casa. Decir mi casa es lo mismo que decir mi mundo, de modo que de pronto me vi solo en el mundo.
“Ahora estoy aquí, y es casi igual que estar allá. Morí, y cuando recordé ya estaba vivo, con otra vida que en la primera nunca pude imaginar. No me es dable decir qué vida es ésa, pero ustedes la conocerán, como conocen ahora la que están viviendo. Viví 101 años. En esta nueva vida voy a vivirlos todos”.
Hay en el cementerio de Ábrego una tumba. Su voz es voz de eternidad.
¡Hasta mañana!...