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Mirador 01/11/17
Todos los días la lechera iba al mercado con su cántaro.
Y todos los días el cántaro se le quebraba.
Eso regocijaba mucho al fabulista, pues diariamente podía escribir una fábula moral acerca de los ilusos y soñadores.
El fabulista escribió que la lechera quería vender la leche para comprar gallinas que le darían pollos que vendería para comprar una ternera que le daría vacas que vendería para comprar una casa y así poder hallar marido.
La verdad es que la lechera no pensaba nada de eso.
Rompía su cántaro de adrede, porque el vendedor de cántaros era joven y apuesto, a más de estar bien acomodado.
A fuerza de verla cada día el cantarero se enamoró de la lechera y se casó con ella.
Las mujeres son más inteligentes que los hombres. Y más, mucho más inteligentes que los fabulistas.
¡Hasta mañana!...