Mirador 02/09/16

Usted está aquí

Mirador 02/09/16

“Año de tunas, año de fortunas”.

Así dice uno de los dichos que se dicen en el Potrero de Ábrego.

Este año los nopales están llenos de tunas. Las hay amarillas, rojas, blancas –que son en verdad verdes– y de color de rosa, que se nombran “cardonas”.

No sé cuál de ellas es la más sabrosa. Pruebas una y dices: “Ésta”. Pruebas la otra y te corriges: “No: esta otra”.

Como mujer esquiva es la tuna. Por fuera tiene espinas, pero por dentro lleva un dulcísimo dulzor. Hoy muy temprano gocé una. Tenía la frescura de la mañana y el amarillo intenso con que Van Gogh pintaba el Sol. Al comerla se me llenó la boca con todos los jugos de la tierra. Fue como si me hubiera comido la vida.

La tuna no posee el prestigio de la manzana, ni la suavidad de la ciruela, ni la tersura del durazno, ni la forma sinuosa de la pera. Pero ninguna de esas frutas tiene su sabor. Déjenme disfrutar esta tuna. Déjenme disfrutar el mundo.

¡Hasta mañana!...