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Mirador 04/11/16
A los 20 años de su edad John Dee empezó a buscar la piedra filosofal.
Anhelaba encontrar esa materia a cuyo contacto las cosas se convertían en oro. Se decía:
–Si logro hallarla seré rico, y por lo tanto feliz.
Pasaron los años y el filósofo no daba con el objeto que con tanto afán buscaba. La edad, sin embargo, le enseñó que la riqueza pocas veces entrega las venturas que se esperan de ella y que en cambio trae consigo muchos males.
Pudo observar la vida de los hombres que estaban poseídos por la codicia, por la ambición, por la avaricia, y no quiso vivir la misma vida.
Así, el día que encontró por fin la piedra filosofal a nadie comunicó su hallazgo. La tomó y fue a lo más profundo del bosque. Ahí la sepultó y puso sobre ella una gran roca para que nadie nunca tuviera la desdicha de encontrarla.
Ahora John Dee es feliz, pues sabe que ha contribuido a la felicidad de los demás.
¡Hasta mañana!...