Usted está aquí
Mirador 06/01/2018
“Hay unos ojos que si me miran…”:
Ayer oí esa canción antigua, y llegó de visita al corazón el recuerdo de las serenatas que yo solo y mi alma -no necesitaba a nadie más- le llevaba a mi novia María de la Luz.
En aquel tiempo yo cantaba medianamente bien, y tocaba la guitarra medianamente mal. Ante la reja de la amada le cantaba canciones de la tierra. “Inspiración”, de don Antonio Yeverino: “Eres la inspiración de mi vida, / de mi vida que es para ti…”. El bellísimo madrigal que compuso el ingeniero Izaguirre: “Quisiera ser rayo de luna / que incite en tus ojos destellos de amor. / Quisiera como ella besarte; / poder adorarte / con mudo fervor…”.
Y aquella canción de siempre: “Hay unos ojos”… Y “Toda una vida”… Y “Despierta”… Y “Buenas noches, mi amor”...
El paso de los años ha hecho que claudique la voz y se haya vuelto desobediente la guitarra. Pero el amor es el mismo de entonces, y las canciones no han cambiado. La música y el corazón vencen al tiempo. Y aunque sea con voz trémula y acordes vacilantes le sigo cantando a ella: “Eres la inspiración de mi vida…”.
¡Hasta mañana!...