Usted está aquí
Mirador 06/10/16
Jean Cusset, ateo con excepción de las veces que se siente enfermo, dio un nuevo sorbo a su martini –con dos aceitunas, como siempre– y continuó:
–Los creyentes tienen derecho a creer, pero no tienen derecho a imponer a otro sus creencias. Las religiones han renunciado ya a afirmar que sus enseñanzas son verdades científicas –ya nadie cree que nuestro planeta tiene cuatro mil años de edad, según el cuidadoso cálculo que hizo un predicador americano basándose en las generaciones de la Biblia–, pero todavía algunos eclesiásticos pretenden que los conceptos morales de su Iglesia se vuelvan normas legales de obligatoriedad universal.
Siguió diciendo Jean Cusset:
–La supuesta defensa de los principios religiosos encubre muchas veces la defensa de un poder temporal que las iglesias no deben buscar, pues eso atenta contra su misión de trascendencia. Ha habido muchos estados totalitarios. Iglesias totalitarias no debe haber ninguna.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!....