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Mirador 09/09/17
Este retrato es el del general Bernardo de la Peña y de la Peña, muerto en la guerra del francés. Cuando se le tomó la fotografía era solamente capitán, según lo muestran sus galones. Bien pronto ascendió al generalato por méritos en campaña. Su nombramiento se conserva en la casa del Potrero, y está firmado por don Benito Juárez.
Don Bernardo se iba a casar con Lucecita Sánchez –así se llamaba: Lucecita–, hija de don Francisco, dueño de la vasta hacienda llamada La Laguna. Un día antes de aquél en que iba a emprender el viaje para desposar a su prometida el general participó en una batalla y recibió un tiro en la frente.
Lucecita se mantuvo célibe el resto de su vida. Falleció hace muchos años. Desde su muerte, dicen, se aparece cada año en la fecha de la boda que no se realizó, y se queda contemplando largamente el retrato de su amado. Yo no he visto tal cosa, pero eso no quiere decir que no sea cierta: hay muchas cosas que no he visto y que son ciertas.
Lo que me dice este relato es que el amor dura más allá de la muerte. Y eso es cierto.
¡Hasta mañana!...