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Mirador 10/07/17
Jean Cusset, ateo con excepción del día que escuchó a Gieseking tocar música de Debussy, dio un nuevo sorbo a su martini –con dos aceitunas, como siempre– y continuó:
–Siempre me ha intrigado la expresión “temor de Dios”, y más me intriga que ese temor sea llamado “santo”. Veo a Dios como a un padre amoroso, y a un padre así no se le teme. ¿Qué es, entonces el temor de Dios? ¿Qué es “el santo temor de Dios”?
Dio un nuevo sorbo a su martini y continuó:
–Para mí el temor de Dios consiste en ser humildes ante él; en no incurrir en la soberbia de pensar que tenemos amistad personal con él; en no creernos su vocero o su concesionario. Quienes se dicen representantes de Cristo en la tierra, ésos no tienen temor de Dios. Es a ellos a quienes debemos temer.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...