Mirador 12/01/2018

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Mirador 12/01/2018


Esta ave presurosa se llama “paisano”.

Quizá tiene ese nombre en alusión al del faisán.

También se le conoce como “correcaminos”, pues a la vista de alguien se echa correr por el camino.

¿Por qué el correcaminos no sale del camino cuando corre? Yo pienso que hace eso porque sabe que lo llamamos “correcaminos” y no quiere hacernos quedar mal. Por eso se expone el peligro. 
Por consideración a nosotros. Por caridad. O sea por amor.

Yo quiero mucho a esa avecilla que me trae nostalgia de los caminos por los que anduvo mi niñez. Cuando la veo me veo a mí mismo, niño en continuo asombro ante las maravillas de la naturaleza: aquella leve flor que se deshacía en el aire cuando soplabas sobre ella; aquella acequia niña, “El pasito”, que parecía cantar cuando su cauce se angostaba; la ardilla que asomaba la cabecita a la entrada de su madriguera cuando hacías un ruido que suscitaba su curiosidad…

No he perdido, por fortuna, ese infantil asombro. Cuando veo un correcaminos vuelve a maravillarme la infinita variedad de los seres y las cosas. Con ese asombro llegaré al final de mi camino.
¡Hasta mañana!...