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Mirador 12/02/16
El día estaba triste. Bajo un cielo gris de nubes el ramaje de los árboles era agitado por un viento frío.
San Virila vio a un niño que lloraba.
—¿Por qué lloras? —le preguntó.
—Se murió el Sol —contestó el niño entre sus lágrimas.
San Virila sonrió.
—El Sol no ha muerto —tranquilizó al pequeño—. Está allá arriba, como siempre. Ahora las nubes del invierno impiden que lo veamos, pero se apartarán las nubes y el Sol nos dará otra vez su luz y su calor.
Luego Virila se volvió hacia unos hombres que estaban cerca y que —¿De qué ríen? También ustedes creen que un ser querido ha muerto porque ya no lo ven. Todos habremos de morir, pero todos naceremos a una nueva vida. La muerte es como una nube pasajera. Más allá de las nieblas de la muerte está la vida.
¡Hasta mañana!....