Usted está aquí
Mirador 12/04/16
Han brotado en el Potrero los nogales. A todo lo largo de la acequia se mira el verde claro de sus hojas nuevas. Alegra a la gente ese verdor, señal cierta de que ya no habrá heladas.
Más bellos que los nogales son los manzanos y los durazneros. Pero son menos sabios. Se cubren de follaje y flores cuando aún no han pasado los fríos que dejó el invierno. Con el primer sol de la primavera se ilusionan; jamás recuerdan que el sol primaveral es engañoso. No así los nogales, que saben esperar. Aunque el huerto esté en flor ellos aguardan.
Yo, que nunca espero y desespero siempre, quiero aprender la lección de los árboles sapientes. Cuando su fronda sea como la cúpula de una catedral iré hacia ella y les pediré a estos maestros silenciosos que me enseñen a esperar.
¡Hasta mañana!...