Mirador 13/06/16

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Mirador 13/06/16

El café que preparo yo por la mañana no sabe igual al café que prepara mi mujer.

¿Qué le pone ella que le sale tan sabroso? Néctar y ambrosía no, estoy seguro, porque los dioses tienen el monopolio de esos olímpicos manjares. Pero sospecho que a escondidas de mí le pone un poco de vainilla, una pizca de polvo de canela, algún licor de frutas o un chorrito del más fino rompope.

El caso es que el café que prepara ella sabe mejor que el que preparo yo. ¿Por qué?

Mi esposa sonríe cuando se lo pregunto, y me dice que le pone amor. Eso ha de ser. Con amor todo sabe diferente. Sabe diferente el café, y sabe diferente la comida.

También la vida sabe diferente con amor. Las penas saben diferentes con amor, y también las alegrías. En cambio sin amor todo sabe a nada.

Feliz el mortal que tiene amor en su vida. Eso lo hace inmortal.

Y feliz el que tiene amor en su café. Eso es mejor que el néctar y la ambrosía de los dioses.

¡Hasta mañana!...