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Mirador 16/04/16
San Virila fue a la aldea a pedir el pan para sus pobres. Al llegar vio a un hombre que golpeaba sin piedad a su asno. El pobre animal, caído, no podía levantarse, pues lo agobiaba una pesada carga.
El frailecito se condolió al mirar el cruel maltrato que sufría el infeliz pollino. Hizo entonces un milagro: al borriquillo le salieron alas, y pudo escapar volando de su atormentador.
Sucedió, sin embargo, algo muy triste: de inmediato los aldeanos empezaron a golpear a sus animales —perros, gatos, caballos, cerdos, vacas—, para ver si volaban también, como el jumento.
San Virila se entristeció. Pensó que hasta para hacer milagros hay que estudiar muy bien las condiciones del mercado.
¡Hasta mañana!...