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Mirador 17/10/17
Me habría gustado conocer a Juan García.
Fue el loco más famoso de Sevilla en tiempos de Cervantes y de Lope. La narración de sus hechos y sus dichos andaba en labios de la gente, que reía a todo trapo las ocurrencias del orate.
En cierta ocasión se creció el Guadalquivir. Desde lo alto del puente García gritaba a toda voz hacia las turbulentas aguas:
–¡Nada, hombre! ¡Nada!
Pensaron todos que un hombre había caído al río, y corrieron en tropel a ver si lo podían ayudar. Nada vieron.
Alguien le preguntó a García:
–¿Qué sucede, Juan?
Respondió él con una sonrisa socarrona:
–Nada, hombre. Nada.