Mirador 18/03/16

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Mirador 18/03/16

Al final del campo donde vivía Hu-Ssong se abría un profundo barranco. A fin de pasar al otro lado del abismo, donde había un prado ameno y una fuente de aguas claras, la gente debía bajar con grandes trabajos y subir luego una fragosa cuesta.

Todos los días Hu-Ssong tomaba unos guijarros y los lanzaba al fondo de la sima. Le preguntaron sus discípulos:

-¿Por qué haces eso?

Respondió el filósofo:

-Es mi aportación para acabar con lo que nos separa de aquello que deseamos. Si todos hiciéramos lo mismo; si nuestros hijos y nietos también lo hicieran, alguna vez el barranco quedaría cubierto, y los hombres podrían disfrutar sin fatigas de lo que ahora nosotros debemos sufrir para gozar. Mis guijarros son pequeños, pero gracias a ellos el precipicio es cada día menos hondo.

Los discípulos supieron que el maestro hablaba palabras de verdad, y fueron ellos también a luchar contra el abismo.

¡Hasta mañana!....