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Mirador 19/06/16
El Señor vio la obra de los hombres –guerra, violencia, crimen- y sintió el impulso de hacer una fe de erratas: “Donde puse: ‘Hombre’ debí haber puesto: ‘Nada’”.
Desde lo alto el Señor miró como los hombres se mataban unos a otros en su nombre.
Vio al opulento pasar junto al miserable sin mirarlo.
Vio cómo el sabio ignoraba que la mayor sabiduría es la del amor.
Vio al odio, y vio también a esa hermanastra del odio, aún peor, que es la indiferencia.
Todo eso vio el Señor, y vio que nadie lo entendía. Exclamó entonces desolado:
-¡El mundo está perdido!
Lo oyó el Espíritu y le sugirió:
-Ofrécele una limosnita a San Antonio. Él te lo encontrará.
¡Hasta mañana!...