Mirador 21/03/2016

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Mirador 21/03/2016

El padre Soáres charlaba con el Cristo de su iglesia. Le preguntó:

—¿Escuchaste mi sermón del domingo?
Le contestó el Señor:
—Perdóname. Tú sabes que no me gustan los sermones. Tuve que decir uno cierta vez, en la montaña, pero compensé a quienes lo escucharon dándoles de comer panes y peces. Con eso te quiero decir que un sermón es inútil si no sirve para aliviar una necesidad de nuestro prójimo.
—Pero yo hablé muy bien —dijo el padre Soárez—. Varias personas me dijeron que estuve elocuentísimo.
—Y tu sermón —preguntó el Cristo— ¿sirvió de algo a tu hermano, o sirvió sólo para lucirte tú?
—No lo sé —respondió perplejo el padre Soárez.
—Entonces —le dijo Jesús—, el próximo domingo en vez de hablar toca las campanas. Harás un mejor ruido.

¡Hasta mañana!...