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Mirador 21/10/16
San Virila fue a la aldea a pedir comida para los pobres del convento.
Había necesidad entre la gente. En todo el día le dieron solamente un pan y un pez.
Cuando volvió con sus hermanos el padre prior le dijo, preocupado:
–Hay muchos pobres esperando su alimento, hermano. ¿Por qué no hace usted el milagro de la multiplicación de los panes y los peces?
Respondió el frailecito:
–No puedo. Eso perjudicaría a los panaderos y a los pescadores. Les haría yo una competencia desleal.
Opuso el superior:
–Nuestro Señor hizo ese milagro.
Replicó Virila:
–Y con él afectó gravemente las condiciones del mercado. Los precios se desplomaron; hubo desocupación; vino una crisis... Lo que sucede es que los Evangelios no lo dicen todo.
¡Hasta mañana!...