Mirador 23/11/16

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Mirador 23/11/16

Mi huerto se ha llenado con la gracia de las palomas de ala blanca.

Golosas ellas y goloso yo nos entendemos bien. A ellas les gustan mis nueces; a mí me encanta su belleza.

He pedido entonces a los vareadores que no recojan una buena cantidad de las nueces que los nogales nos regalaron este año, y que las pisen para que las avecillas puedan disfrutarlas. Las miro entonces gozar su sabrosura y yo me gozo en sus ires y venires. Cada una picotea su nuez con la misma prolijidad con que una damisela frívola picotea el corazón de su galán.

A fuerza de verlas, y de verme, las palomas y yo nos hemos hecho amigos. Paso junto a ellas y no suspenden su minucioso picoteo. En cambio si otro se acerca, levantan todas el sonoro vuelo.

Agradezco el milagro de que no me teman estas tímidas criaturas. Tampoco yo le temo al misterioso bien que tantos bienes me ha dado para que los disfrute yo.

¡Hasta mañana!...