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Mirador 28/12/16
El Señor creó un espíritu.
¡Qué hermoso era! Grande, majestuoso, estaba lleno de nobleza y bondad. Llevaba en sí todas las cosas buenas de los hombres: la ternura; los sentimientos altruistas; la generosidad… Quien lo veía se sentía bueno sólo con mirarlo, y olvidaba el oscuro sedimento de sus rencores y su mezquindad.
–¡Qué bello es este espíritu! –se conmovió Adán–. ¿Quién es?
Respondió el Señor:
–Es el Espíritu de la Navidad.
–¡Es muy hermoso! –exclamó Eva.
–Sí, –replicó el Señor–. Es el más bello de los espíritus del año. Tiene un defecto nada más.
–¿Cuál es ese defecto? –se inquietó Adán.
Respondió, triste, el Señor:
–El Espíritu de la Navidad dura solamente los días de Navidad.
¡Hasta mañana!...