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Mirador 30/01/2018
–¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo!
Así gritaba aquel pastor.
Venían a todo correr sus compañeros aprestando sus hondas y garrotes para combatir a la fiera, pero el animal no venía: el pastor los había engañado.
Bien pronto el engañador cobró fama de mentiroso. Todos en los contornos aseguraban que lo único que sabía era mentir.
Eso sí: para engañar e inventar cosas irreales no había nadie como él.
Cierto día llegó a la aldea un automóvil de gran lujo. De él descendió un hombre elegantemente vestido. Entró en la taberna del lugar –ahí conocen a todo mundo– y preguntó por el pastor. Alguien lo fue a llamar. Cuando el recién llegado lo tuvo ante sí le preguntó:
– ¿Tú eres el pastor mentiroso?
– Así me llaman –respondió el otro, avergonzado por el defecto que le había atraído el rechazo de los suyos.
– Bien –dijo el hombre–. Quiero que vengas conmigo a la ciudad. Ahí ganarás mucho dinero. Estamos en víspera de iniciar una campaña política y necesitamos que asesores a nuestro candidato.
¡Hasta mañana!...