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Mordida salvadora
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El perro corre hacia el lago. Va a encontrar la recia rama que flota. Se lanza al agua un poco antes de la breve cascada violenta. Con ella empieza la fuerte corriente entre peñascos. Ya con la rama entre los dientes, el perro intrépido de pelaje negro está siendo arrastrado sin control por la fuerte corriente. En este montículo de la orilla está alerta este otro perro de pelo claro. Se acerca a la orilla y logra morder el otro extremo de la rama y sujetarlo. Gira su cuerpo el perro negro y, sostenido por su salvador, logra poner sus patas en tierra firme y salir.
Es la vida al servicio de la vida. Un viviente salva, con habilidad admirable, a otro viviente de su especie. Es el mismo impulso que, ya en el nivel humano, se observó en las pantallas de televisión después del sacudimiento sísmico en amplia zona de nuestro País, con víctimas humanas. Gente intentando salvar gente. Jóvenes fuertes y ágiles sudando por el esfuerzo del rescate bajo los escombros de edificios derruidos.
Situaciones de peligro o de desastre despiertan ese impulso de la vida en la creación. Se multiplicaron los actos de heroísmo solidario en los días de la revolución. También ahora, en contraste con tantos atentados contra la vida humana, desde sus etapas prenatales hasta los días de avanzada senectud, hay numerosos actos privados y públicos que salvan vidas en situaciones de gran riesgo.
Hay pensamientos que salvan. Hay palabras salvadoras. Hay acciones y omisiones cuyas consecuencias evitan decesos que parecían inevitables. Crece en ocasiones el desamparo y las carencias en multitudes damnificadas que dejan pronto de ser noticia y no son visibles. Las necesidades no cesan, sino se acrecientan en vidas que siguen en peligro.
La omisión por indiferencia es la mayor inhumanidad ante vidas arrastradas por corrientes que pueden ahogarlas. Una ingeniería social hace falta para salvar personas e instituciones indispensables. Las técnicas de primeros auxilios deberían estar entre las aplicaciones de los teléfonos celulares. Y las instituciones mordidas por la corrupción requieren protocolos oportunos que eviten su demolición.
El perro salvador estuvo atento a lo que pasaba en el río y supo clavar sus dientes en la misma rama que mordía el perro negro, en el momento en que la tuvo enfrente. Todo auxilio a la vida ha de ser oportuno y certero. Cuidar unos a otros es fruto de una inestimable calidad humana necesaria para globalizar la solidaridad...