‘Muerte en exceso’: la marca de la pandemia

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‘Muerte en exceso’: la marca de la pandemia

Entre la letalidad del patógeno y la desastrosa estrategia desplegada por las autoridades, nuestro país se ha enlutado como nunca.

Lo han advertido múltiples voces desde hace meses pero ahora tenemos ante nosotros las cifras oficiales: en nuestro país han muerto muchas más personas, a causa de la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2, de las que se han reconocido en la contabilidad oficial.

Quienes han insistido en la hipótesis han señalado también desde el principio que tarde o temprano eso quedaría en evidencia cuando fuera posible conocer un dato concreto: el número de “muertes en exceso” ocurridas a lo largo del año 2020, cifra que se obtendría de la comparación entre el número total de fallecidos del año anterior con el del año 2019.

La conclusión es simple: en una comunidad -nacional, estatal o municipal- se registra un número “normal” de fallecimientos cada año y esa es una cifra que se mantiene más o menos estable, a menos que un acontecimiento extraordinario la modifique abruptamente.

Y el único acontecimiento extraordinario registrado durante el año pasado, cuya ocurrencia se encuentra asociada además a la muerte de personas, es la pandemia del coronavirus. Así pues, en primera instancia es razonable adjudicar a dicho fenómeno las “muertes en exceso” ocurridas el año pasado.

Las cifras que contiene el registro del Gobierno Federal, en la base de datos abiertos que se encuentra en su página web, indican que en México se habrían registrado el año pasado casi 275 muertes adicionales a las esperadas, aunque menos de la mitad de estas (108 mil 873) son señaladas como decesos “confirmados” a causa de la pandemia.

En el caso de Coahuila, de acuerdo con este mismo registro habrían ocurrido 7 mil 754 fallecimientos “no esperados” y, de igual forma, menos de la mitad (3 mil 620) se adjudican al coronavirus.

Sin embargo, dado el bajísimo número de pruebas que en nuestro país se han realizado y a que no existe ninguna otra causa extraordinaria que pueda explicar la mortandad que estamos padeciendo, es válido conjeturar que la cifra adicional de muertes corresponde a decesos provocados directa o indirectamente por la pandemia.

Es probable, desde luego, que muchas de las personas que integran esta cifra trágica no se hayan contagiado del Coronavirus, sino que murieron debido a otras causas. Pero es igualmente probable que, al menos en una porción de estos casos, el deceso haya ocurrido por una causa derivada de los trastornos provocados por la pandemia en nuestras vidas.

Personas con padecimientos previos que no pudieron mantener sus tratamientos o que enfermaron de otros padecimientos y nunca alcanzaron a recibir atención; individuos que cayeron presas de la depresión o decidieron quitarse la vida ante la desesperanza en que las hundió la crisis económica, son algunos ejemplos de causas indirectas que podrían justificar la estadística.

Cualquiera que sea la explicación puntual, el saldo es muy claro: entre la letalidad del patógeno y la desastrosa estrategia desplegada por las autoridades de todos los niveles para atender la pandemia, nuestro país se ha enlutado como nunca antes en su historia moderna.