Mundo apantallado

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Mundo apantallado

Una buena parte de la comunidad planetaria subraya en estos días su papel de espectador.

Ya les es peculiar en este mundo de pantallas, desde las mayores de salas cinematográficas hasta la del diminuto iPod, pasando por las de televisión de varios tamaños, las pantallas de las computadoras portátiles, las tabletas y los teléfonos celulares.

Mucha gente gasta en pasaje de ida y vuelta, hospedaje y alimentación, además de los boletos de entrada para ser espectador en los juegos del mundial y después contar: ¡ahí estuve! Se acomoda en los estadios inmensos, en su butaca más o menos lejana y, claro, frente a pantallas enormes también. El que no fue se sienta en un cómodo sillón en su casa o se reúne con amigos, y ve repeticiones en cámara para proyección lenta, con varios ángulos y con visiones panorámicas o de gran acercamiento.

Así unos prefieren formar parte de la multitud y otros disfrutan lo que las numerosas cámaras les llevan hasta su domicilio. Los centros de interés son múltiples. Hay quienes sólo piensan en el dinero que pueden ganar en apuestas. Otros sólo ven los juegos que pueden acentuar su nacionalismo. Los más enterados siguen los pasos de goleadores o porteros, y hacen colección de goles y atrapadas espectaculares. No faltan quienes todo el tiempo de juegos es sólo un pretexto para cascarear, botanear y dar tragos. Se hacen ambientes festivos de recreación –en empresas que lo permiten– en algunos encuentros, como pausa en horas de trabajo.

Además de las derramas económicas cuantiosas a causa de la abundancia de visitantes, se multiplican los empleos temporales en el país anfitrión. El mundo espectador está recibiendo varios mensajes. El respeto a las diversidades, la necesidad de una autoridad y un reglamento, la tecnología que complementa el ojo del árbitro enviando señal a su reloj, en jugadas inciertas, la pronta recuperación de los deportistas y la superación del dolor, el trabajo de equipo que apoya a quien tiene destrezas especiales. La sanción a la violencia, desde la amarilla advertencia repetida hasta la roja expulsión.

Con la noticia de que este País será parte del trío anfitrión en la Copa del 2026 hay júbilo sumado al de USA y Canadá. Habrá un sexenio y dos años más para preparar el evento. Es deseable que los mensajes educativos del Mundial se apliquen en la coyuntura democrática de las elecciones ya próximas. La abstención es una grave falla moral, la irreflexión sin responsabilidad igual. El fraude es ofensa condenable a la comunidad. Son los servidores invitados y capacitados para vigilar justicia y exactitud los que pueden darle a la nación su trofeo de transparencia y respeto a la voluntad mayoritaria...