Narra migrante abusos del narco contra mujeres ilegales en su cruce por México

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Narra migrante abusos del narco contra mujeres ilegales en su cruce por México

Temerarios. A pesar de los peligros a los que se enfrentan los migrantes, a diario son cientos los que abandonan su país en busca del “sueño americano”. Foto: Archivo
A diario son cientos de migrantes abandonan su país en busca del “sueño americano”

Mientras Mauricio pide monedas en un crucero cualquiera de la ciudad, Rogelio Iván, esculca entre su mochila azul una visa humanitaria que acredita que puede vivir en México. También saca algunos folletos que ha recogido por todas las casas del migrante en las que ha estado... Chiapas, Tabasco, Oaxaca, Veracruz, Ciudad de México, San Luis Potosí y Saltillo. 

“Estos los guardo porque ya sé a dónde llegar cuando no tengo dónde comer o dormir, también vienen nuestros derechos como migrantes y así ya me sé defender”, dice seguro. 

Rogelio Iván nació el 16 de septiembre de 1969 en San Pedro Sula, en la misma ciudad que Mauricio. Es bajito, delgado, de piel morena y cabello entrecano. Habla despacito, como si quisiera que no hubiera dudas en su relato. 
Hoy Rogelio Iván cumple 181 días de estar en Saltillo, salió de su tierra antes de Semana Santa. 

—¿Qué día es hoy?, le pregunta la reportera.
“Sábado 21”, responde. 

—¿De qué mes?
“Noviembre”. 

El hombre de sudadera azul y pantalón negro queda asombrado de lo rápido que ha transcurrido el año. Tampoco es la primera vez que intenta cruzar, pero no lo ha intentado tantas veces. A él, como otros de sus paisanos también lo ha hecho correr las pandillas. 

“Mi familia tenía un negocio, de abarrotes, domo dicen ustedes, y les empezaba a ir bien. Yo trabajaba con ellos y salía para mandarles de comer a mis hijos. 

“El negocio no tenía mucho tiempo en marcha, cuando los pandilleros los amenazaron con matarlos si no entregaban la cuota.
“¡Yo me les puse! Y después me mandaron decir que si no me iba me iban a matar… y como ya han matado a muchos, sí les creí”, y salió de San Pedro con 800 lempiras (603 pesos mexicanos) que eran los ahorros de su abuela Matilde. 

San Pedro Sula cerró 2014 con 171.20 homicidios por cada 100 mil habitantes, según informes del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. Además, hay un déficit de más de 300 mil viviendas, la mayoría alquila o no tiene casa, indican datos de la Comisión de Acción Social Menonita. 

—“Allá las casas no son de ladrillos, como aquí. Hay muchas casas de madera o cartón, donde se nos mete el agua cuando llueve o porque están a la orilla de los ríos. Por eso me vine para acá, para mandarles un dinerito a mis dos hijos que se quedaron con su madre”, dice nostálgico. 

Cuando Rogelio Iván se decidió viajar a México, sabía que podría o no librar un camino cobijado por la soledad y la incertidumbre de dejar a los suyos. De no amanecer por miedo a ser tumbado por la delincuencia organizada que extorsionan arriba del tren. 

—“A mí me ha tocado ver cómo los narcotraficantes que trabajan con los Maras violan a las mujeres allá arriba. Uno no se les puede echar encima, porque ellos te avientan y si no te matas del golpe, el tren te arrastra y te mueres”, dice. 
Mario Gómez, uno de los amigos que hizo en el viaje, saltó del techo del tren en Arriaga, Tabasco pero su pie quedó atorado en una de las ruedas del tren. 

—“Me despertó un grito muy fuerte, miré para todos lados y nomás vi cómo por unos 50 metros el tren arrastraba a mi amigo”. Rogelio Iván no sabía si saltar o seguir en el camino, aunque finalmente se decidió y brincó para ayudarlo. 

—”¡No me sueltes la mano, porque me voy!”, suplicaba Mario a Rogelio. 

“Aquí estoy contigo, no te duermas, ya viene para acá la ambulancia”, recuerda que le dijo. 

No tardó mucho en llegar la Cruz Verde y en llevarse al muchacho. Luego Rogelio se enteró que su amigo había quedado amputado de un pie. 

”La vida es dura, pero uno tiene que salir adelante por sus hijos y por su familia. Yo quiero encontrar un trabajito aquí, donde pueda juntar para mandarles y que ellos después se vengan a Saltillo”, dice. 

—¿Le gustaría vivir aquí para siempre?

“Sí, ya no quiero subir (a Estados Unidos) mejor me quedo aquí, porque con lo que gano lavando trastes o en un vivero, puede vivir muy bien mi familia”, responde resignado.